Ensayo

"Gauche Divine"

Varios autores

10 mayo, 2000 02:00

Lundwerg. Madrid, 2000. 135 páginas, 3.900 pesetas

La España rudimentaria de 1960 encendió un milagro. Un grupo de jóvenes catalanes cristalizó el primer fogonazo de sociedad civil tras la guerra del 36. En Barcelona la vida política y cultural estaba marcada por dos ejes, el tradicional vinculado al catalanismo cristiano y el marxista clandestino girando en torno al PSUC. En medio de una atmósfera que rezumaba dogmatismo se enredó un grupo de gente brillante y original que en mala hora recibió el cuño de gauche divine. El adjetivo se le ocurrió a Joan de Segarra para designar a las personas congregadas para asistir a la presentación de Tusquets, la editorial liderada por Beatriz de Moura.

Si se siguen los criterios de Ortega y Gasset y Julián Marías en torno a la idea de generación, puede apreciarse que el fenómeno social que constituyó la gauche divine reúne los requisitos para distinguir en ella la cristalización de un grupo que marcó a toda una generación. Sus miembros estaban en la veintena y les unía su vocación transgresora y de reforma social pese a su profundo individualismo. El espacio de la gauche divine, desprovista de ayuda institucional, se dio en restaurantes baratos de Barcelona, en la Playa de Aro, en Cadaqués y en la discoteca Bocaccio, su auténtico epicentro.

La gauche divine fue, sin embargo, mucho más que veraneo en la Costa Brava. Sirvió para que arquitectos como Correa, Milá, Bofill y, en definitiva, la Escuela de Arquitectura de Barcelona hicieran red con la Escuela de Diseño Eina, con modelos, editores, escritores y filósofos. Mientras en el Melitón de Cadaqués jugaban al ajedrez Man Ray y Duchamp. Al calor de la gauche divine se editaron revistas como Siglo XXI, y se trabajaba con una libertad ejemplar para la época.

El papel de los fotógrafos fue clave, sin ellos se hubiera ninguneado al grupo. Acierta M. López al señalar que tres fotógrafos excelentes como Colita, Oriol Maspons y Xavier Miserachs con textos de Rosa Regás y Olivia María Rubio, constituyan homenaje y desagravio a un grupo generacional que supo sentar un principio de sociedad civil. El prólogo de Rajoy redondea, junto con la exposición fotográfica organizada por su ministerio, un libro para la historia.