Image: Historia oculta del PCE

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Ensayo

Historia oculta del PCE

Joan Estruch

12 julio, 2000 02:00

Temas de Hoy., 2000. 302 págs. 2.900 ptas. M. Martorell: Jesús Monzón. El líder comunista olvidado por la Historia, Pamiela. Pamplona, 284 págs. 2.500 pesetas

Esta Historia constituye un intento divulgador de mostrar algunos de los aspectos más siniestros de la trayectoria del PCE. Sin embargo, su autor no ha conseguido desprenderse de la visión mítica del PCE, y centra el relato en tres generaciones desengañadas de idealistas

Durante décadas, el PCE -"el partido" sin más para miembros y simpatizantes- contó con una historiografía míticamente amable. Es cierto que compartió esa circunstancia con otros partidos comunistas sin excluir al soviético o al chino pero en el caso español el hecho de que hubiera desempeñado un papel extraordinariamente importante durante la guerra civil y de que fuera una obsesión para la policía franquista lo dotaba de una aureola idealista que lo exculpaba de cualquier acusación. Sólo el descalabro electoral sufrido por el PCE durante los primeros años de la democracia comenzó a provocar un examen distinto de su historia que no pocas veces arrancó de simpatizantes desengañados.

El aporte mejor -con enorme diferencia- de esa corriente fue Grandeza y miseria del PCE, de Gregorio Morán. Esta obra contaba la historia del PCE desde 1939 hasta los inicios de la Transición pero superaba con mucho otros relatos como los testimonios debidos al Campesino, a Jesús Hernández o a Enrique Castro Delgado, todos ellos militantes que contemplaban con espanto su pasado comunista. A pesar de todo, la obra excepcional de Morán fue más un ejemplo aislado que el inicio de una corriente historiográfica imparcial sobre el PCE. A fin de cuentas, lo políticamente correcto exigía seguir hablando positivamente de dictaduras como la soviética o la cubana minimizando sus sistemáticas violaciones de los derechos humanos. Fue la caída del Muro de Berlín la que nuevamente puso sobre la mesa la verdadera naturaleza del comunismo, una naturaleza bien evidente desde 1917 para el que no deseara cegarse -o aprovecharse- ante el fenómeno. Tanto la obra de Joan Estruch como la de Martorell pertenecen a esa nueva corriente. Estruch fue un historiador casi oficialista del PCE, como quedó de manifiesto en dos de sus obras anteriores: Historia del PCE, 1920-1939 (1978) y El PCE en la clandestinidad, 1939-1956 (1982). La actual Historia oculta… constituye un intento divulgador de mostrar algunos de los aspectos más siniestros de la trayectoria del PCE. La obra adolece de dos inconvenientes. El primero es que su autor no ha conseguido desprenderse totalmente de la visión mítica del PCE, una visión que, por ejemplo, centra el relato en tres generaciones desengañadas de idealistas pero que no hace el mismo hincapié en todos aquellos que se aprovecharon de la política profundamente inmoral del PCE o que señala que la lucha del PCE contra el fascismo no fue siempre lucha por la democracia, una verdad a medias porque lo cierto es que, por regla general, fue un combate encaminado a crear un modelo dictatorial similar al soviético. De hecho, de creer documentos exhumados a partir de 1991 de los archivos soviéticos, el eurocomunismo no fue sino una creación del KGB para debilitar los mecanismos de defensa occidental.

La segunda gran carencia de la obra es su construcción a partir de fuentes secundarias. No sólo es que la documentación soviética no ha sido utilizada sino que incluso la española parece haber sido examinada de manera muy indirecta. Sostener a estas alturas que Carrillo no sabía nada de las matanzas de Paracuellos, que quien sí sabía algo era Stepanov o que "frenó a las patrullas anarquistas que detenían y mataban a su antojo" no resulta historiográficamente de recibo. De entrada, la documentación de la época deja de manifiesto que las matanzas perpetradas en el Madrid sitiado fueron llevadas a cabo fundamentalmente por el PCE -que sí que detenía y mataba a su antojo-, que Carrillo no fue ni ignorante ni inocente y que, al fin y a la postre, las sacas y fusilamientos fueron detenidos precisamente por un anarquista, Melchor Rodríguez. Si disminuido queda el papel represivo del PCE -y aún así lo relatado por Estruch es sobrecogedor- no menos limitado queda el papel tutelador de la URSS hasta los años 80.

Con todo, el libro de Estruch como obra de introducción no carece de cierto interés en la medida en que puede acercar a un lector no especializado a episodios tan vergonzosos como el exterminio del POUM durante la guerra civil, la dependencia sucursalista de la URSS o algunas de sus luchas internas tan poco ejemplares. Más interesante como aporte es la biografía de Jesús Monzón debido a Manuel Martorell. Monzón fue un militante comunista que no sólo tuvo un papel notable en la reorganización del partido sino también en la articulación del maquis durante los años 40. Como de tantísimos dirigentes comunistas, de él se ha dicho que no encajaba en la imagen clásica ya que le gustaba la buena vida y las mujeres. Sin duda, no sería esa la imagen más adecuada para atraer futuros fieles pero era una conducta que han compartido Carrillo, Claudín, Stalin, Castro, Mao o decenas de miles de miembros de la Nomenklatura por más que la propaganda oficial haya deseado ocultarlo. También como tantísimos dirigentes y militantes, Monzón desapareció en una purga para dejar paso a compañeros más ambiciosos. El prólogo de la obra, debido a Manuel Vázquez Montalbán, insiste en un enfoque justificador de la trayectoria del PCE nada extraño en un autor que aún halla razones para legitimar la dictadura castrista. Sin embargo, los datos aportados por Martorell resultan interesantes a la hora de saber más de la vida de Monzón, un comunista al que la detención por la policía de Franco salvó de hallar la muerte a manos de sus camaradas.