Desde la incertidumbre
Gabriel Albiac
12 julio, 2000 02:00En la relectura, si es posible pasar por el colador la sarta de asertos provocativos a lo Gustavo Bueno, del tipo "La televisión es el fascismo" (pág. 59) con que Albiac colorea su texto, emerge una reflexión tierna de un hombre, cargado de saberes, en el trance de cumplir 50 años y de volver la vista atrás para repensar a su propia generación: la del 68. Junto a ésto, lo que está siempre presente es el conflicto de un modernista antimoderno. Al hilo de Fredric Jameson, el de este texto de Albiac es un modernismo del "genio". En este sentido el "genio" construye su carrera frente a algo o alguien. Jameson cita el resentimiento demoledor de Tolstoi ante Shakespeare. De modo muy curioso ciertos modernismos antimodernos requieren visiones utópicas o lúdicas para recomponer el equilibrio de su propia hostilidad o de su carácter autodestructivo.
La zona más dudosa del libro es la que utiliza el proceso a los GAL y el secuestro de Segundo Marey para hacer una crítica a la razón de Estado y desde ahí contemplar la sociedad española como un gran guiñol movido por obscuros poderes situados más allá de cualquier control parlamentario. En su busca de efectos especiales y desde el confort de saberse con la razón moral, Albiac recurre a la caricatura; así por ejemplo, se empeña en mostrar al lector la foto de un José Barrionuevo cual joven cachorro uniformado de carlista transmutado luego en miembro del falangistoide SEU. Aquí Albiac hubiera podido acometer un análisis profundo de lo que pasó. Ejemplos no faltan, ahí está el reciente libro de Vargas Llosa sobre el tirano Trujillo, o el de Arcadi Espada sacándole las tripas a los hechos sobre los que se construyó una supuesta red de pederastas en el Raval. Libro de lectura incómoda por su pesimismo, por su carácter disgresivo y por sus cultismos, tiene el valor de sus negaciones, aún cuando estas suenen, con frecuencia, a mampostería.