Image: La vida sexual en la antigua CHina

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Ensayo

La vida sexual en la antigua CHina

R.H. Gulik

12 julio, 2000 02:00

Traducción de Rosario Blanco Facal. Siruela. Madrid, 2000. 602 páginas, 3.500 pesetas

La historia de este libro, bien fundamentado y abarcador en el desarrollo del tema que plantea, tiene su origen, como muchas veces suele suceder, en una anécdota. Un consejero de embajada holandés en Tokio, sinólogo, se encuentra en una tienda de antigöedades con un viejo álbum de ilustraciones eróticas del período Ming. Ante la curiosidad del tema, decide pasárselo a algún especialista, pero se da cuenta de que el tema de la sexualidad en la antigua China no sólo no disponía de grandes conocedores, sino que no existía prácticamente ninguna información de primera mano sobre el mismo.

Gulik, estimulado por ese vacío -debido, primero, al puritanismo confunciano y luego al de los últimos cuatro siglos- le lleva a profundizar personalmente en él, a desentrañar un mundo de costumbres y de prácticas muchas veces sumergidas en lo legendario, a escribir, en definitiva, este libro. Había, pues, oculta una gran información sobre la sexualidad china e incluso ésta afectaba al mundo de la medicina y a algunos textos cuidadosamente sellados que se hallaban en los archivos de los monasterios budistas. Gulik comenzó, en definitiva, a acumular información y materiales, nuevos álbumes y manuscritos, y al final habría de ser él el redactor de esta sutil y compleja obra en la que -como suele suceder siempre que se abordan los grandes temas- todo se interrelaciona.
En consecuencia, el lector -como en su día hizo el propio autor- debe dejar a un lado, al abrir este libro, el sentido "depravado o anormal" que pudiera verse a la ligera en una obra de estas características y observar de qué manera influyen en su planteamiento las diversas formas del conocimiento: medicina y filosofía, literatura y religión, antropología y sexología. No es posible, en opinión de Gulik, abordar el tema sin olvidar también las condiciones económicas y sociales de lo que él entiende por "antigua China", la cual no sería solamente la de los orígenes más remotos (la que iría del 1500 a.C. hasta el comienzo de nuestra Era), sino la que llega hasta bien entrado el siglo XVII.

Ante todo pues, la virtud de esta obra parte de que su autor trabaja con las fuentes originales, proporcionando, ya de entrada, una riquísima información sobre un mundo que para la cultura occidental (incluso para la de los especialistas) se hallaba oculto.

Hay también en este libro -como en realidad sucede con ciertos aspectos de la filosofía y, en general, de la cultura china- muchos matices que resultan de difícil comprensión para los occidentales. El autor prefiere, en estos casos, que sean determinados especialistas -médicos, antropólogos- los que valoren ese tipo de temas y, en otros, que sea simplemente el lector el que, como en una especie de juego, se decida a abordarlos e interpretarlos por su cuenta, en una especie de i ching de la sexualidad.

Tiene el desarrollo de esta obra un sentido cronológico -sólo los dos primeros capítulos se refieren a la más remota antigöedad- y caben en ella una variedad de temas de los que nos es muy difícil dar cuenta exacta o pormenorizada de los mismos. La sexualidad china en la familia y en la sociedad, sexo y taoísmo, manuales y representaciones del tema, el carácter literario, cortesano o médico del erotismo chino, la relación del tema con el Arte y con determinadas formas de religiosidad (lamaísmo, taoísmo), son algunos de los planteamientos más llamativos.

No tenemos tampoco que olvidar, al afrontar esta obra, el significado del tantrismo y, en particular, el de la palabra que lo originó, tantra (que vino a significar, primero "urdimbre" o "trama" y, luego, "doctrina"). Me refiero a cuanto ya hemos afirmado: que todo se "entrama" en esta obra y que, más allá del tema de la sexualidad, los ritos, las costumbres, la reflexión aforística o la poesía juegan un papel muy importante en su base. Nuestras miradas van, en un primer momento, hacia las curiosas ilustraciones rescatadas por el autor, pero de vez en cuando éste da sentido a su exposición de fondo con las palabras de los poetas. Así, cuando la amada dice: "El tiempo transcurre velozmente, la flor se marchitará,/ confío a ti mi cuerpo, ¡por amor eterno!"

Otras veces, el autor entra de lleno en el tema y recoge aquellos textos en los que, con humor delicioso e ingenio, se nos describen ideas de la medicina taoísta. Así, el llamado Arte de la Alcoba, que no es otro que el que deben ejercitar los humanos cuando han superado los cuarenta años y su energía comienza a disminuir. Es el momento en el que las "enfermedades comienzan a aparecer como un enjambre de abejas". Estamos ante la relación tan clara que la medicina china establece entre la sexualidad -"sin caer en los excesos", "sin forzar el cuerpo"- y el rescate de esa "esencia vital", de esa energía -el chi de los taoístas- que proporcionan salud y felicidad plenas.