Huida y fin de Joseph Roth
Soma Morgenster
20 septiembre, 2000 02:00Por eso es especialmente oportuna la imagen de la huida utilizada por Soma Morgenstern en estas memorias literarias. Un Roth nómada que viaja por Europa huyendo de los fantasmas personales y de los de su época, un "fugitivo voluntario" que abandona las ruinas familiares y las de su país porque "para él estar en cualquier parte, incluso en ninguna parte, era preferible a estar en casa". Roth iba por ahí escupiendo maldades y licores en sus novelas y sacaba del alcohol los mayores venenos para uso propio. Morgenstern lo ve como la única forma que tenía para seguir viviendo y escribiendo, porque escribir era para él dar ejemplo de supervivencia.
ésa es la tesis que encontramos en este libro, donde Roth se desvanece con frecuencia ante los recuerdos personales del propio Morgenstern, y donde Morgenstern se autorretrata como un ángel de la guarda de Roth. Unas memorias donde hay que agradecer el testimonio del final de Roth en un hotel parisién y, sobre todo, los retratos de algunos escritores austriacos (Musil, Zweig...) en aquel tiempo de encrucijadas. Más que un peraltado diálogo de un superviviente con un muerto inolvidable, como escribe I. Schulte en las páginas finales, es un libro donde se cuenta "una vida con amigos", según el título que acarició el propio Morgenstern.
Grande siempre, y visionario a su manera, Roth se sintió víctima de una desintegración moral que interiorizó. Por eso el Roth que se pasea por estas páginas vive sumido en la crisis de su propia identidad. ¿A dónde voy yo ahora?, se preguntó, y la respuesta no la encontró ni el nihilismo como absoluto, ni el absurdo como refugio, sino que pareció venir del enfrentamiento de dos fuerzas interiores que lo acosaron siempre: la creación mediante la escritura y la autodestrucción mediante el alcohol. Esos fueron los límites y los abismos de su personalidad. La vida verdadera es la que alimenta el mito, y cuanto más sabemos de la vida de Roth más crecen sus variantes textuales. Todos son de la misma pasta y del mismo estilo, el irónico chistoso y el de la broma plebeya, el hombre que se refugia en el pasado y el que se siente arrastrado por una historia demoníaca. ése es Roth, una multitud silenciosa con el nombre de Nadie.