Ensayo

Huida y fin de Joseph Roth

Soma Morgenster

20 septiembre, 2000 02:00

Traducción de E. Gil Bera. Edición de I. Schulte. Pre-Textos. Valencia, 2000. 466 páginas, 4.500 pesetas

Joseph Roth fantaseó durante toda su vida con su biografía. Si se tuvo que inventar distintos lugares de nacimiento, distintas identidades para un padre que lo abandonó, buscarse una patria y sublimar su experiencia en la I guerra mundial no fue sólo por sus veleidades alcohólicas, sino porque su mitomanía ocultaba su desarraigo. De natural paradójico, ejerció el egocentrismo anárquico y logró verter en nuestros oídos las ponzoñas de una época atroz, pero la idea que mejor lo resume es la de la crisis de la identidad, un virus que enfermó a los escritores de mitteleuropa en el período de entreguerra. La crisis de identidad de Roth parece hecha a ritmo de vals, el abandono y la nostalgia de lo que pudo ser.

Por eso es especialmente oportuna la imagen de la huida utilizada por Soma Morgenstern en estas memorias literarias. Un Roth nómada que viaja por Europa huyendo de los fantasmas personales y de los de su época, un "fugitivo voluntario" que abandona las ruinas familiares y las de su país porque "para él estar en cualquier parte, incluso en ninguna parte, era preferible a estar en casa". Roth iba por ahí escupiendo maldades y licores en sus novelas y sacaba del alcohol los mayores venenos para uso propio. Morgenstern lo ve como la única forma que tenía para seguir viviendo y escribiendo, porque escribir era para él dar ejemplo de supervivencia.

ésa es la tesis que encontramos en este libro, donde Roth se desvanece con frecuencia ante los recuerdos personales del propio Morgenstern, y donde Morgenstern se autorretrata como un ángel de la guarda de Roth. Unas memorias donde hay que agradecer el testimonio del final de Roth en un hotel parisién y, sobre todo, los retratos de algunos escritores austriacos (Musil, Zweig...) en aquel tiempo de encrucijadas. Más que un peraltado diálogo de un superviviente con un muerto inolvidable, como escribe I. Schulte en las páginas finales, es un libro donde se cuenta "una vida con amigos", según el título que acarició el propio Morgenstern.

Grande siempre, y visionario a su manera, Roth se sintió víctima de una desintegración moral que interiorizó. Por eso el Roth que se pasea por estas páginas vive sumido en la crisis de su propia identidad. ¿A dónde voy yo ahora?, se preguntó, y la respuesta no la encontró ni el nihilismo como absoluto, ni el absurdo como refugio, sino que pareció venir del enfrentamiento de dos fuerzas interiores que lo acosaron siempre: la creación mediante la escritura y la autodestrucción mediante el alcohol. Esos fueron los límites y los abismos de su personalidad. La vida verdadera es la que alimenta el mito, y cuanto más sabemos de la vida de Roth más crecen sus variantes textuales. Todos son de la misma pasta y del mismo estilo, el irónico chistoso y el de la broma plebeya, el hombre que se refugia en el pasado y el que se siente arrastrado por una historia demoníaca. ése es Roth, una multitud silenciosa con el nombre de Nadie.