Image: Mayans o el fracaso de la inteligencia

Image: Mayans o el fracaso de la inteligencia

Ensayo

Mayans o el fracaso de la inteligencia

Jaime Siles

1 noviembre, 2000 01:00

Institución Alfonso el Magnánimo.Valencia, 2000.131 páginas

Siles ofrece en su libro una síntesis transparente de lo que significa Mayans dentro de una Ilustración bien entendida

El concepto de Ilustración -movimiento reformista con el que, en el siglo XVIII, se inicia la modernidad- ha dado lugar últimamente a cierta polémica relativa a su complejidad, su diversidad y su cronología. Hace sólo unos meses lo planteaba Antonio Mestre a propósito de un reciente libro de Francisco Sánchez-Blanco, en "Revista de libros". Sin entrar en detalles, la razón básica de las discrepancias se encuentra en la necesidad de matizar una idea que se vuelve falsa cuando es excluyente: que la Ilustración fuera una corriente de radicalismo ideológico revolucionario en todos los órdenes, especialmente en política y religión. Mestre -catedrático de Historia en la Universidad de Valencia- ha sido, entre nosotros, y a lo largo de su fecunda vida de investigador, cabeza visible de una línea de pensamiento, española y extranjera, que ha conseguido aclarar y diversificar muchos tópicos sobre el reformismo dieciochesco, centrándose en la figura de Gregorio Mayans (1699-1781), con la colaboración de Jaime Siles en más de una ocasión. El año pasado publicó Mestre una biografía de Mayans a la que debe remitirse cualquier interesado en el personaje y en su época. Su lección última es que Mayans -y tantos otros de su misma mentalidad o entorno- no pueden ser relegados al papel de polvorientos eruditos en una época cuyos vectores de renovación son más numerosos, más complejos y más anclados en la tradición -hasta el Renacimiento- de lo que hacen suponer algunas interpretaciones. Señalo esto como indicio de la actualidad del libro de Siles, y no para vincularlo a una polémica que no es su propósito expreso, aunque es evidente de qué lado estaría si lo fuera.

Los dos primeros capítulos de la recopilación de Siles tratan las ideas y las aportaciones de Mayans en el ámbito de la lingöística hispana prerromana: catalogación de inscripciones ibéricas en lápidas y monedas, pluralidad de lenguas en la Península, coexistencia de las escrituras autóctonas y de la latina, imposibilidad de descifrar el ibérico. La parte más llamativa de este apartado es la relativa a la supuesta entidad del vascuence como lengua primitiva de España e incluso -según el venerable Larramendi- como la originaria de la humanidad entera, la común antes de la torre de Babel, aquella en la que Dios, Adán, Eva y la serpiente conversaban en el paraíso. También la postura antibarroca de Mayans de acuerdo con el ideal neoclásico de claridad textual, que supuso el retorno a los clásicos del siglo XVI y el propósito de purgar la predicación de los excesos que ridiculiza el P. Isla en Fray Gerundio. Pueden ser éstas cuestiones accesibles sólo a estudiantes y especialistas pero no lo son las tratadas en el capítulo tercero, pues en él se ofrece una síntesis transparente de lo que significa Mayans dentro de una Ilustración bien entendida en toda su amplitud, y heredera de los "novatores" o renovadores que, desde fines del XVII, se propusieron superar el escolasticismo que lastraba el pensamiento en la enseñanza universitaria, introducir el racionalismo y establecer el método experimental y la observación en la ciencia, independizándola del dogmatismo y la metafísica. Todo ello supuso una notable actualización progresista del pensamiento español, aunque no un atentado contra la ortodoxia religiosa o política: en ello reside esencialmente la diversidad del concepto de "Ilustración" a la que he aludido al principio. La aportación fundamental de Mayans consistió en sentar las bases de una historiografía científica derivada de la crítica de fuentes documentales y de leyendas y mitos.

El "fracaso de la inteligencia" al que alude Siles se refiere a las malas relaciones que mantuvo Mayans con los poderes legales y fácticos, a causa de la independencia de criterio que lo llevó al fin al ostracismo y al estudio solitario. Jalonaron ese fracaso la polémica con Feijoo, el enfrentamiento al Diario de los literatos y a las Reales Academias Española y de la Historia, la persecución de su edición de la Censura de historias fabulosas de Nicolás Antonio, el naufragio de la Academia Valenciana que quiso convertir en un centro de investigación dedicado a la tarea de renovación de la historiografía española. Concluye el volumen con un capítulo que adquiere en estos momentos una involuntaria actualidad, por razones bien distintas, al ocuparse de las ruinas de Sagunto como tema literario en los siglos de Oro, y como objeto de estudio científico en el siguiente. En el siglo XVII, la poderosa familia Barberini construyó su espléndido palacio sin mucho escrúpulo en cuanto a los restos arqueológicos romanos, y se hizo popular el epigrama "Lo que no hicieron los bárbaros lo hicieron los Barberini". A Mayans le encantaría saber que está a punto de remediarse el desaguisado que merecía que se dijera hoy que "Lo que hicieron los bárbaros, lo hicieron los valencianos".