30 días de noviembre
Pilar Cernuda
29 noviembre, 2000 01:00Treinta días de noviembre es una crónica escrita con la pulcritud y la precisión de un notario -aunque con mejor lenguaje-. Arranca con el prólogo de los fusilamientos de septiembre, aquella terrible decisión de un régimen que terminó aferrado a la pena de muerte, y concluye con el epílogo del nombramiento de Adolfo Suárez, que iba a ser la segunda gran decisión del Rey -la primera fue la designación de Torcuato Fernández Miranda- para alcanzar la democracia. En medio ofrece el relato meticuloso de los treinta días, uno a uno, de un mes que se hizo interminable para un país que se preguntaba desazonado por las sorpresas que le esperaban tras el entierro.
Para quien no vivió aquellos días, este diario será revelador de una situación llena de incógnitas, en la que unos luchaban para alargar la vida del general, otros se esforzaban para mantener el régimen y otros esperaban el anuncio de la muerte para estallar y comenzar a organizar la vida. Cernuda ha preferido mantener su relato en los límites del periodismo técnico, desnudo de adornos. No hay, por ello, ironía en párrafo alguno, pese a que algunas situaciones se prestaban, ni afirmaciones polémicas. Sólo información, alguna desconocida u olvidada, como esa memorable referencia de Franco a la democracia, "un pequeño grupo mandado, y debajo una masa de esclavos", según el testimonio de Antonio Galbis, uno de sus ayudantes militares, que Cernuda ha obtenido después de tanto tiempo. Sólo al final deja discurrir una afirmación que se presta a la controversia, esa de que Franco sabía "perfectamente" de los proyectos del futuro Rey según el relato aséptico, periodismo sin falsas florituras, supeditado a la eficacia de la comunicación de los hechos, que ha sido el objetivo de la autora.