Image: Wilde Total

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Ensayo

Wilde Total

Luis Antonio de Villena

18 abril, 2001 02:00

Planeta. Barcelona, 2001. 288 páginas, 2.600 pesetas

Este Wilde total ilumina las zonas más oscuras del autor: explica muy bien sus filias y fobias y analiza cómo Wilde se convirtió no en "el inventor de un nuevo esteticismo" sino en su imagen más visible

Wilde murió como había vivido: por encima de sus posibilidades y por debajo de su talento y de su inteligencia; fue -y a la vez- un triunfador y un maldito, que saboreó la gloria y que optó por un fatum que le hizo moverse en el imán de la marginación y en la aridez de los extremos. En su destino hay algo tan puro como trágico: algo que obedece a un dictado ético y que es un código moral. Wilde lo siguió al pie de la letra, y si su obra puede leerse como una brillante construcción de frases, su vida puede verse como una construcción de máscaras, conductas y personalidades que cifran, en su clave, no pocos de los contrasentidos del fin de siglo y su filisteísmo disfrazado de normatividad.

Sea cual sea el juicio literario que sobre Wilde se tenga, una cosa está clara: su valentía roza la santidad. Luis Antonio de Villena -que ha dedicado a este autor numerosas páginas y estudios y le ha hecho hablar en una monológica novela- hace un recorrido por la geografía de esta insólita vida y traza un mapa íntimo de todas las personas que, de un modo u otro, fueron determinantes en la escritura de esta compacta obra. El perfil de los padres, el influjo de los helenistas Tyrrel y Mahaffy sobre el excelente estudiante de clásicas que el joven Wilde fue, la educación estética de los años de Oxford, la influencia de Ruskin, de Pater y de Morris, sus personalizaciones de lo ajeno, su construcción del dandy y su matrimonio son tratados aquí con exhaustivo conocimiento de datos y detalles, que focalizan al personaje y nos lo acercan de modo tan directo que no es que nos asomemos a distintos momentos de su vida: es que casi asistimos a su cotidiano vivir.

Villena describe la decoración de su casa, su enemistad con Whisler, su conocimiento de Robert Ross... pero, sobre todo, su inclinación a la tragedia, su interés por Thomas Griffith Wainewright, los presupuestos vitalistas de El retrato de Dorian Gray, su concepto de la Belleza y su atracción por la juventud. "La vida concebida como drama y el drama como paganismo -explica Villena- son los principales ejes" de la obra de Wilde, al que presenta en todo lo que es y como alguien que, a diferencia de Bosie, no duda en decir el amor que no se atreve a decir su nombre.

Biografía y ensayo a la vez, el Wilde total de Luis Antonio de Villena tiene dos partes: la primera objetiva al personaje; la segunda detalla, como si fueran accidentes, los caracteres de las personas con las que Wilde estuvo en relación. Si la primera parte ofrece una narración lineal y en bloque, la segunda aporta una minuciosísima visión casi en fragmentos. De la suma de ambas se obtiene el conjunto que identificamos con y como Wilde. Vemos que Grecia le interesó menos como pasado que como porvenir y comprendemos que la poesía le atrajo por lo mismo que, según Villena, los simbolistas la exaltaron: "Porque era profundidad, era fulgor y era misterio". El Wilde total de Villena tiene el mérito de iluminar las zonas más oscuras del autor: explica muy bien algunas de sus filias y fobias; analiza su primer viaje a América y cómo Wilde se convirtió no en "el inventor de un nuevo esteticismo" sino en su imagen más visible; alude a su reseña de Poemas y baladas de Swinburne, a quien Wilde curiosamente censura "la falta de todo sentido de los límites"; y no elude abordar una cuestión tratada no hace mucho por el teólogo Olegario González de Cardedal. Villena discrepa de la interpretación de éste y afirma que el Cristo de Wilde es "contradictorio", porque "es el Cristo de la experiencia del dolor y no el Cristo de la fe". Reconoce en Wilde un cristianismo estético, no ajeno a su socialismo utópico, y concluye que "en él bondad y compasión [...] eran valores mucho más vitales que intelectuales". Aduce el testimonio de Adela Schuster, para quien Oscar Wilde "flirteaba con el catolicismo" y, después de un capítulo dedicado al tratamiento que a la vida y la obra de Wilde ha dado el cine, concluye con un resumen de los ejes de su itinerario, al que añade un breve apunte bibliográfico y dos colecciones de máximas, la traducción de alguna de las cuales convendría pulir. El libro de Villena es un catálogo tanto como un mapa que da precisa cuenta del mundo y significado de este autor oscurecido a veces por la brillantez de sus propias anécdotas y por la leyenda interesada que de su vida se ha pretendido hacer. El libro de Villena recoge gran cantidad de testimonios y ofrece una imagen tan coherente como exacta de su vida y de su creación.