Image: Sexualmente hablando

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Ensayo

Sexualmente hablando

GORE VIDAL

9 mayo, 2001 02:00

Traducción de Aurora Echevarría. Mondadori. Barcelona, 2001. 287 páginas, 2.600 pesetas

Algunos lectores podrán engañarse -pero no del todo- contemplando la portada de este libro: un chico aparentemente atractivo a punto de quitarse los calzoncillos... Es decir, un libro gay. Me parece que todo ello no termina de gustarle a Gore Vidal (Nueva York, 1925), como no le gustará la portada del libro pese al atractivo del joven...

En 1999, Donald Weise (editor en el sentido anglosajón del presente volumen y autor de la nota que preludia las entrevistas finales) decidió reunir en un tomo algunos de los artículos en los que el discutido y atrevido Gore Vidal hablaba de materia sexual, pero no sólo. El subtítulo algo dice: Artículos escogidos sobre sexo. Escritos y publicados en diversas revistas entre 1965 y 1998, los textos abarcan años en que las cosas han cambiado mucho para la causa de la libertad sexual (en general) aunque ni mucho menos se haya llegado a una meta satisfactoria. Una cosa está clara: Gore Vidal es sobre todo un escritor -por eso muchos de los artículos son, además, crítica literaria- y un hombre que aunque declare detestar la palabra gay, ha escrito y practicado el tema homosexual y siempre ha estado en el bando de los anticarcas, es decir, entre los que defienden la libertad sexual para todos.

Vidal ha sido un hombre provocador y valiente y eso debe también tenerse en cuenta. Sexo y literatura, por tanto. Los artículos más antiguos son los que defienden esa libertad sexual sin entrar en demasiados distingos o quedándose en el terreno hetero. Como cuando reseña (no sin gracia) la aparición en Estados Unidos -donde estuvo veinte años prohibida- de la novela de Henry Miller Sexus, que a Vidal no le fascina precisamente.
Lo homosexual empieza a salir -y crece- cuando defiende la pornografía y a los editores, más o menos finos, que se atrevieron con el tema (un porno fue el primer editor de El almuerzo desnudo de Burroughs) o habla de las relaciones lésbicas de la esposa de un presidente yanqui: Eleanor Roosevelt. Después el tema gay -más abiertamente- se mezcla con la crítica literaria, como dije, y con la memoria del propio Gore Vidal sobre los escritores tratados en reseñas que hoy juzgaríamos muy largas. Interesante es el artículo "La gente de Christopher Isherwood" y no menos exhaustivo -y quizá menos conocido por los lectores- "Las dos mitades de Maugham", sobre la homosexualidad oculta pero activísima y la literatura dual del que fuera popularísimo dramaturgo y novelista británico.

Hay una reseña del Oscar Wilde de Richard Ellmann y textos más puntuales, como el último, sobre la necesidad de los marginados sexuales (aun marginados sexuales) se defienden de la gran derecha reaccionaria norteamericana.

Mi artículo favorito es "Tennessee Williams: alguien con quien reírse de los carcas", porque en él se ve cómo Vidal admiró a Tennesee, como autor y hasta como persona, pese a sus desarreglos. "El Pájaro Glorioso", le llamaba... Al fin van tres entrevistas con Vidal hechas para revistas gays famosas en su día (dos de 1974 y otra más corta de 1992) donde, aunque más rápido y chispeante, Gore Vidal insiste en sus conocidos postulados: no es bueno etiquetar a nadie. Hay que estar a favor de la libertad sexual sin triángulos o estrellas. Y no hay personas homosexuales sino actos homosexuales... Polemista, picante -según en qué época- a la contra y siempre a favor, Gore Vidal se muestra en estos textos como hombre culto, liberal, pesimista, homófilo, acaso mejor ensayista que novelista, y al que gusta, castizamente, "llamar al pan, pan, y al vino, vino". Sin poner etiquetas.