Ensayo

Destejiendo el arco iris

Richard Dawkings

30 mayo, 2001 02:00

Traducción de J. Ros. Tusquets. Barcelona, 2001. 352 páginas, 3.300 pesetas

Dawkins quiere extraer cuanto de bello hay en la ciencia, hacer ver cómo los descubrimientos de que la química, la botánica o la mineralogía pueden ser, en palabras de Wordsworth, "tan propios del arte poético como cualesquiera otros susceptibles de serlo"

Incitante cuando menos, como podía esperarse de un autor como Dawkins, es el planteamiento de su libro. El título está tomado del poema "Lamia" de Keats, para quien la ciencia y la fría filosofía roban a la vida la calidez que la hace digna de vivirse: Newton había destruido toda la poesía del arco iris al reducirlo a los colores en que un prisma descompone la luz. Quiere el autor, en contraposición, extraer cuanto de bello hay en la ciencia, hacer ver cómo los descubrimientos de que la química, la botánica o la mineralogía pueden ser, en palabras de Wordsworth, "tan propios del arte poético como cualesquiera otros susceptibles de serlo". La poesía, y Keats sobre todo, pese a su discrepancia de partida, es la vertiente artística que incorpora preferentemente a su tesis: los poetas podrían hacer mejor uso de la inspiración que proporciona la ciencia y los científicos deberían tender la mano a los poetas señalando analogías y metáforas "que estimulen la imaginación y conjuren en la mente imágenes y alusiones que vayan más allá de las necesidades de la comprensión directa". Claro que hay una ciencia poética mala que lleva por derroteros erróneos, pero la buena, aunque como en el prisma de Newton parece cortar las alas con su aridez y realismo a las impresiones vivas o a los sentimientos, abre nuevas vías que conducen a sucesivas contemplaciones.
Naturalmente, esta posición suya ante la ciencia nada tiene que ver con el intento de venderla como algo entretenido, jugetón y fácil: "La ciencia puede ser dura (o, mejor, desafiante) pero, como leer a los clásicos o tocar el violín, merece la pena". Igualmente combate la ignorancia filistea de la ciencia, la que se considera lúcida e ingeniosa en algunos círculos intelectuales que hasta alardean de ello. Acaso su ataque más divertido es el dedicado a cierta pseudociencia que ampara con sus interpretaciones algunas posturas e incluso espectáculos de ilusionismo; el uso correcto de la estadística le permite desbancar muchos de esos falsos fenómenos. Lástima que un radical racionalismo científico le lleve a mezclar creencias religiosas con supersticiones, trucos de magia y prestidigitación.