Ensayo

España en su cénit (1516-1598)

JORDI NADAL

13 junio, 2001 02:00

Crítica. Barcelona, 2001. 171 páginas, 1.900 pesetas

La obra de Nadal se ha centrado en la historia económica de la España contemporánea, y en su industrialización.

El "Introito" que abre España en su cenit explica que esa orientación económica y contemporaneísta vino impuesta por razones de ordenación docente que forzaron a relegar algo una primera vocación modernista. La condición, sólo administrativa, de jubilado dice haberle dado oportunidad de ocuparse más sistemáticamente de aquella primera vocación y el resultado es este "ensayo" de síntesis. La simplificación formal, que prescinde de aparato crítico, da a este libro una engañosa apariencia de obra menor. Sin embargo, es un apreciable resumen elaborado sobre un copioso catálogo de lecturas. Haciendo bueno el deseo del autor de escribir algo polémico, no todos coincidirán con sus enfoques, pero nadie podrá discutir que en el modo de plantear distintos asuntos sobran dominio y destreza.

Carece el libro, y es una de sus limitaciones, de una conclusión sistematizada, y cabe incluso reprocharle un final abrupto y trunco, pero su tesis de fondo no es equívoca: la España del XVI, o quizá mejor, el imperio hispanocéntrico de los Habsburgo, estuvo lastrado por notorias limitaciones materiales y estructurales que lo hicieron a la larga inviable. Nadal podría alinearse más bien con los estudiosos que se han preguntado no por qué se produjo la decadencia sino cómo fue posible alcanzar la hegemonía. El examen de los dos reinados que se reparten en mitades casi exactas el período, el imperio formal de Carlos V y el imperio substantivo de Felipe II, descubre los pies de barro del coloso. Además de insuficientes recursos demográficos, no hubo ordenación económica definida, ni tan siquiera una aplicación sistemática de los postulados elementales del mercantilismo; de esa forma, el país de más ambiciosa y exigente política exterior tuvo una balanza mercantil deficitaria, un sistema fiscal insuficiente y una dependencia agobiante de las remesas americanas.

Por importantes que sean los aspectos económicos y por bueno que sea el tratamiento que de ellos se hace, no sofocan la consideración de otros. Por ejemplo, la política exterior tanto en territorios imperiales, como respecto a enemigos. En todo caso, reitera Nadal, el imperio sólo pudo ser posible mediante su centralización castellana, con su inevitable secuela de provincialización de los demás reinos españoles y agotamiento de Castilla. Lo complejo de los fenómenos que actuaron se encaja en un esquema en el que se echan en falta los aspectos culturales, y el que haya más de un punto discutible no le resta interés.