Image: Greenspan

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Ensayo

Greenspan

Bob Woodward

27 junio, 2001 02:00

Trad. A. Herrera. Península 2001. 359 págs 2.800 pts.

El subtítulo del libro es Alan Greenspan, Wall Street y la economía mundial. El título de la edición americana es más fiel al contenido: Maestro: Greenspan Fed and the American Boom. Tras el hispánico elogio se resume el mensaje: cómo Greenspan ha moldeado, a su imagen y semejanza, la Reserva Federal de los EE. UU -es decir, la autoridad monetaria y el organismo emisor de ese país- y cómo gracias a su gestión, USA experimentó en los 90 un espectacular crecimiento. El autor es Bob Woodward, conocido periodista que desde el Washington Post contribuyó a desvelar el turbio episodio del Watergate que acabaría costándole, en 1974, la Presidencia de los Estados Unidos a Nixon. El que un periodista de tan crecida fama -hoy es director adjunto del peródico- se dedique a escribir la biografía del Presidente de la Reserva Federal nos lleva a la inmediata deducción de la importancia de este cargo y la influencia que tiene sobre la economía norteamericana y, por ende, internacional.
Después de la crisis de los años 70 que, disparó la inflación hacia tasas de dos dígitos, la política monetaria, avalada por teóricos del relieve de Milton Friedman, aumentó su prestigio entre los especialistas. La política monetaria no es más que el comportamiento de unos responsables públicos con el fin de aumentar o restringir la cantidad de dinero en circulación dentro del sistema económico. Los principios básicos de dicha política son muy sencillos. Si la cantidad de dinero existente -la oferta monetaria- crece por encima de lo que la actividad económica requiere, los precios subirán y, si esta subida persiste a lo largo de meses, se detectará el fenómeno conocido por inflación. La inflación es temible por varias razones: porque merma el poder adquisitivo de los sujetos, porque obstaculiza las exportaciones y porque ensombrece las expectativas de los inversores. Pero si la oferta monetaria es insuficiente para el funcionameinto de la economía real, surge otra amenaza no menos grave, como es la deflación, generalmente asociada a la depresión o recesión, con sus inestables secuelas de paro y pérdida de ingresos. De ahí que los responsables de la política monetaria tengan tan extraordinaria fama, hasta el punto de disfrutar de autonomía respecto al máximo poder ejecutivo. En el caso del presidente de la Reserva Federal, libertad de movimientos respecto al presidente del país, que es quien lo nombra por 4 años y quien decide si lo confirma en su cargo.

Greenspan, nacido en Nueva York en una familia judía de clase media, es según Woodward un hombre capaz de "compromiso intelectual, templado por un cierto distanciamiento emocional", preocupado por "una obsesión por los datos económicos, templanza por una gran dosis de duda e incertidumbre sobre los efectos causados", y poseedor de una "acusada deferencia por el poder político" (pág. 71). Hay que añadir su sobresaliente instinto de supervivencia dentro del proceloso océano de la política norteamericana. Tras codirigir, con éxito, una empresa de asesoría empresarial, Greenspan presidió el consejo de asesores del presidente Ford y fue subsecretario de comercio. Después de colaborar con Reagan, fue nombrado Presidente de la Reserva Federal en 1987. Desde entonces no ha abandonado el puesto, a pesar del cambio que representó, en 1992, la llegada de Clinton al poder. El incombustible Greenspan sedujo al inteligente político de Arkansas y, con ambos, EE.UU. ha vivido una de las etapas de mayor prosperidad de toda su historia. Una de las claves del éxito de Greenspan -bien recogida en el libro- es su perspicacia para detectar los cambios de rumbo en la coyuntura económica y su clarividencia para comprender, antes que la mayoría, los nuevos fenómenos que aparecen en la sociedad. Sirvan estos ejemplos: la ambigöedad de los nuevos activos financieros a la hora de ser considerados activos líquidos -próximos al dinero- o activos de inversión no realizables de inmediato, fenómeno que apareció en los 80, y el extraordinario aumento de productividad que la informática fue capaz de producir en la economía.