Cuando el aire no es nuestro
M . García-Posada
25 julio, 2001 02:00Al hilo de su autobiografía García- Posada adentra al lector en el servicio militar de la época. La mili era entonces, 1969, un espacio y un tiempo en el que un joven universitario, de letras, enmadrado y de escaso vigor físico era humillado con facilidad. Tras distintos incidentes con un régimen, el franquista, que con quien se ponía duro de verdad era con los comunistas, llega a Madrid para convertirse en algo tan literario como catedrático de Instituto en el emblemático Beatriz Galindo.
En Madrid prepara una tesis doctoral -otra vez Lorca-, lee, conoce gente, trata académicos, literatos, escritores y oposita en vano, dos veces, a una cátedra universitaria. Pero no todo es pena. En 1983 entra en ABC como crítico literario y en los nueve años que transcurren hasta su paso a "El País" se labra una posición en las letras. En la última parte, el lector contempla a un crítico invitado a conferencias, agasajado y que presa del desamor se divorcia.
Lo disonante no es que alterne tonos líricos y reflexivos con páginas ralas apestando a ácido úrico, lo que desazona son sus ausencias crispadas. Ajustar cuentas en las memorias entra, como diría Lejeune, en el pacto del autobiógrafo con sus lectores. El problema es consagrarte en el ABC de Anson, no citarle y pasar de puntillas como si la redacción y sus protagonistas no existiesen.