Ensayo

Visiones de América

ROBERT HUGHES

19 septiembre, 2001 02:00

Ed. Ilustrada. Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores. 656 páginas, 14.900 pesetas

Con la publicación de esta segunda obra del crítico Robert Hughes prosigue la edición de los libros de este autor en cuyo origen están sus guiones para series documentales de la televisión. Previamente ha aparecido El impacto de lo nuevo.

Visiones de América reúne ocho guiones ampliados para otros tantos capítulos en su texto original, más el añadido de un noveno, que todo da a suponer que es el último, La era de la ansiedad. Como declara Hughes, frente al tratamiento temático de El impacto de lo nuevo, Visiones de América se inclina por un enfoque cronológico de los acontecimientos ocurridos entre el siglo XVII y la actualidad. Ni la serie de televisión ni su posterior ampliación quería ser "una serie de arte", sino "esbozar algunas respuestas a una pregunta principal: ¿Qué podemos decir de los americanos a partir de los objetos y las imágenes que han creado?".

Los soportes sobre los que este discurso se sustenta no son muy diferentes de los que ya reconocimos como valores y cualidades de su autor en El impacto de lo nuevo: su profundidad como divulgador; la relevancia de su personal punto de vista, en este caso aún más fundamental por cuanto, desde las primeras líneas, Hughes declara su origen y nacionalidad australianos, así como su residencia durante más de veinticinco años en los Estados Unidos sin haberse nacionalizado, una distancia frente a la experiencia del "hombre nuevo" que, añadida a su posición política, le permite una crítica radical de las peores consecuencias del nacionalismo y de la prepotencia, económica y moral, de una nación que ya no es la joven pura y ambiciosa de los años puritanos; el rigor documental y, tan necesario como él, un nutrido bagaje de conocimientos, sociológicos, historiográficos, etc. que no por no expresados sobre el papel dejan de cumplir su función de estructura en la que encajan las distintas piezas a las que se presta atención, de ahí proviene su capacidad para contextualizar el arte en los acontecimientos y transformaciones ideológicas de una nación; por último, que no menor, su habilidad narrativa -aquí reiterada una y otra vez en las numerosísimas biografías breves de los principales artistas de los que se ocupa: vida, ideas, obras conforman un todo, paradójico cuando es necesario, congruente cuando lo es también.
Los materiales fundamentales que ilustran el discurso de Hughes son la pintura y la arquitectura de cada uno de esos períodos y, también con rango de primordiales, ciertos diseños, procedentes primero del mundo artesanal, con incluso una mínima comparecencia de las artes de sus culturas indígnas y, en segundo lugar, del diseño industrial -sobre todo en el capítulo VII dedicado a los años de la inmediata segunda postguerra mundial.

Robert Hughes afirma que Visiones de América sigue el modelo de Civilización de Kenneth Clark, lo que me parece cierto en cuanto al aliento de su concepción y su fuerza narrativa pero, ciertamente también, su óptica -reducida al pensamiento norteamericano y a la plástica- no aspira ni a la generosa amplitud ni a la universalidad de disciplinas del maestro británico.