Image: Dictamen sobre Dios

Image: Dictamen sobre Dios

Ensayo

Dictamen sobre Dios

JOSÉ ANTONIO MARINA

19 diciembre, 2001 01:00

José Antonio Marina. Foto: Mercedes Rodríguez

Anagrama. Barcelona, 2001. 273 páginas, 2.300 pesetas

Sólo un pensador como es Marina tiene la capacidad de escribir un libro como éste sobre Dios y la religión. Para entrar en un territorio tan estudiado y tan lleno de trampas como es el de la divinidad, hace falta ser un "observador sin domicilio fijo", como se denomina Marina, y a la vez tener un blindaje de grueso calibre como también tiene él. Con el estilo entre pedagógico y asertivo tan propio de Marina este libro propone, en su primera parte, hacer inventario de la atormentada relación entre ciencia y religión. En estas páginas se contemplan las relaciones entre lo sagrado y lo profano. El paso del mundo natural al sobrenatural se ha rea-lizado, con demasiada frecuencia, utilizando la religión como adoctrinamiento. De ahí el interés religioso por la educación: nada tan fácil de modelar como la mente de un niño. Junto a la escuela como instrumento de acercamiento a Dios, Marina analiza la iniciación y la conversión como tránsitos hacia la práctica religiosa para llegar hasta la razón como instrumento con el que dibujar la existencia de Dios.

Desde que Anselmo de Canterbury (1033-1109) concibiera y desarrollase el argumento ontológico para demostrar la existencia de Dios a partir de una sencilla oración, "aquello más allá de lo cual nada puede concebirse", la demostración de la existencia de Dios desde el uso de la lógica ha consumido ríos de tinta. La existencia de un Absoluto o supremo valor es una vieja preocupación metafísica. Spinoza quiso resolverla recurriendo a estructuras cuasi matemáticas. Hegel propuso el método dialectico y Bergson dejó escrito que se trataba de un problema de interpretación. Marina mantiene el problema en el aire, el de la relación entre ciencia y religión, en primer lugar, y el de la accesibilidad lógica a la noción de Dios en segundo término. Así, dejando suspendido el problema en sus planteamientos, puede el autor pasar a elaborar la segunda parte de su obra. En ella se ha de entrar sólo con "el uso racional de la inteligencia". La propuesta de Marina es desplegar una "teología afirmativa" y "una defensa crítica de las religiones".

En esta segunda parte se abre la perspectiva a una consideración amplia en torno a cómo distintas religiones organizan sus sistemas de creencias y prácticas. Si bien el hinduismo tiende a una organización difusa, no institucionalizada, los monjes budistas se estructuran ellos mismos y su fe de un modo más complejo. Si al principio la religión, como señala Marina, lo engloba todo, incluida la moral y el derecho, con el desarrollo y el progreso moral los campos se deslindan y aparece -Victoria Camps lo muestra con claridad en su Historia de la ética - la ética como una moral laica. En Occidente, afirma Marina, la moral no se identifica con la religión. A esto se contrapone la organización religiosa de muchos países musulmanes en los que la lectura de los textos sagrados obliga a un exclusiva y excluyente interpretación de la palabra de Dios. Marina concluye este volumen lleno de optimismo. Si la Iglesia católica desconfió en un principio de los derechos humanos y de la ética, ahora, tras el paso de los Occam, Victoria, Suarez y tantos otros teólogos, filósofos y pensadores, las cosas han cambiado. La religión están en condiciones de aceptar una "ética universal" para convertirse en "religiones de segunda generación" capaces de articular la relación entre el universo de las verdades privadas y públicas.

La llave para acceder a la "religión de segunda generación" está en la ética. Es decir, en una forma de la inteligencia, no de la fe. En el fondo de todo ello se adivina, palabras de Marina, un Dios más benigno, más comprensivo y menos autoritario. Con esto se cierra la original y atrevida propuesta contenida en este volumen: considerar que el origen de la ética está en las formas de la moral religiosa para luego convertirse en "un criterio de evaluación de las propias morales religiosas".