Image: Marilyn y Arthur Miller

Image: Marilyn y Arthur Miller

Ensayo

Marilyn y Arthur Miller

Christa Marker

13 febrero, 2002 01:00

Foto: Stiffung Deutsche Kinemathek

Trad. Marta Pascual. Muchnik, 2002. 160 páginas, 15’03 euros

Podría uno definir a las personas de las que trata este libro por el modo en que nos miran desde la portada: él, con una sonrisa tímida y algo forzada, que esconde reservas y una cierta dureza de juicio hacia ese público abstracto al que van dirigidas las fotos de los famosos; ella, ofreciendo a la cámara el perfil impecable de un pecho y un hombro luminoso sobre el que vemos un rostro que, al mirarnos de medio lado para sonreírnos, nos singulariza.

La autora de este libro intenta explicar los vericuetos por los que estos dos personajes tan opuestos llegaron a conocerse, se enamoraron, decidieron casarse y pudieron comprobar, al poco tiempo, el escaso fundamento de las expectativas que tenemos respecto a los demás y respecto a nosotros mismos. Una historia trivial, si se quiere, pero que alcanza una complejidad considerable cuando abarca en su trama a una pintoresca legión de personajes secundarios. Son ellos, con sus oficios, fobias, credos y manías, quienes logran infundir un poco de vida al fondo del cuadro, que no es otro que el de la América de los años 50, con su anticomunismo visceral enfrentado al inofensivo progresismo de café de sus intelectuales, con su ingenua devoción por el psicoanálisis, con su visión idílica de la familia y la imposibilidad de conciliarla con los modos de vida propios de una sociedad urbana próspera y cambiante.

Asombra comprobar cómo esta caterva de médicos decididamente partidarios de la medicación indiscriminada, de siniestras profesoras de declamación, de fotógrafos aprovechados, etc. ocupa el primer plano en cuanto Miller y Monroe dejan de hacer lo que esperamos de ellos: es decir, cuando el uno no escribe y la otra descansa de sus, por otra parte, muy conflictivos rodajes. Con lo cual, podríamos decir que el libro fracasa en el propósito básico que se le supone a esta clase de libros: el de iluminar el lado menos público de la vida de las celebridades, con la esperanza de que eso, a su vez, arroje luz sobre las realizaciones que conocemos y admiramos. Poco alcanza a Miller, por ejemplo, de la extrema probidad que advertimos en el designio de su espléndida obra teatral. Sus golpes de efecto ante la prensa, sus rupturas matrimoniales y su medro en la compleja red de intereses creados en torno a su esposa ofrecen de él una imagen tosca, que calificaríamos de hostil si no fuera porque esa tosquedad parece derivarse más del modo en el que la autora nos presenta los hechos que del carácter del personaje. Lo mismo podría decirse de la actriz, cuyos tumbos por la vida, su dependencia de diversas mentoras y sus amoríos quedan explicados por ciertas carencias afectivas que la autora, imitando en esto a los muchos psicoanalistas de pacotilla que en su día engatusaron a su biografiada, remite a la infancia.
Nosotros nos quedamos con la foto, y con esa sonrisa de medio lado que la que nos sabemos únicos destinatarios.