Ensayo

La novela española. Del franquismo a la posmodernidad

María del Mar Langa Pizarro

27 marzo, 2002 01:00

Universidad de Alicante, 2001. 307 páginas, 10’82 euros

El subtítulo de este trabajo académico dice: "Análisis y diccionario de autores". Y, en efecto, son dos partes las que contiene el volumen. En la primera se revisa esquemáticamente la evolución de la literatura narrativa española, sobre todo desde 1975, atendiendo a diversos aspectos.

Aspectos que son: corrientes, tendencias y modalidades más frecuentes -antinovela, metanovela, novela policíaca, novela histórica, novela lírica, etc.- y hasta reflexiones acerca del futuro del género novelesco, insuficientes por no haber tenido en cuenta las fórmulas narrativas de soporte electrónico y por limitarse a recoger algunas opiniones sin utilizar otras de mayor calado debidas a un buen número de teóricos y creadores, desde Steiner a Isaac Montero. La segunda parte es un diccionario de autores que han publicado novelas -y en algunos casos tan sólo cuentos- durante el cuarto de siglo señalado en el título. Es un catálogo útil, aunque lo sería más si no presentara tantas desigualdades. En primer lugar, no se entienden las omisiones de muchos autores con obra de más peso que algunos de los que sí figuran.

Particularmente grave resulta la exclusión de Antonio Pereira, pero no es la única llamativa. Entre muchos otros nombres, faltan los de Jorge G. Aranguren, José Asenjo Sedano, Javier Azpeitia, álvaro Bermejo, José A. Bueno álvarez, Jaime Campmany, José Jiménez Corbatón, Antonio Hernández, Mª. Teresa Lezcano, Valentí Puig, Ramón Saizarbitoria, Agustín Salgado Calvo, Dolores Soler-Espiauba, Eduardo Valero o Justo Vila. Y convendría, para que la obra pudiera ser de consulta segura, pulir numerosos descuidos, errores o inexactitudes que la afean. Se citan por ejemplo, las Tres novelas teresianas de Sender como "Tres novelas salesianas" (pág. 264); la novela de López Salinas Año tras año se convierte (pág. 17) en "Año tras años"; Medardo Fraile es "Medarno Fraire"; el premio "Dionisio Acevedo" mencionado en la pág. 126 es en realidad "Dionisio Acedo"; la novela póstuma Tamatea, novia de otoño, del malogrado Luis Berenguer, aparece como "Tametea, amor de otoño"; en la pág. 151 se atribuye incomprensiblemente Diálogos del anochecer a José Antonio Gabriel y Galán, y en la 284, por restitución tardía, a José María Vaz de Soto, que es su verdadero autor. No se da como fallecidas a Elena Soriano o Carmen Martín Gaite. Luciano G. Egido aparece alfabetizado como "García Egido", cuando la inicial corresponde a "González". En el artículo dedicado a Lorenzo Silva se acumulan los despistes: Noviembre sin violetas es de 1995 (no de 1996, como se dice), y La sustancia interior no es la novela que sigue a El lejano país de los estanques.Tampoco se entiende el fundamento según el cual La flaqueza del bolchevique "se acerca al género negro americano" (pág. 265). éstas imprecisiones hacen del libro un producto mejorable, porque los datos -cronología, nombres, títulos- deben ser, en obras de esta naturaleza, de irreprochable exactitud.