Image: Eta contra el Estado

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Ensayo

Eta contra el Estado

Ignacio Sánchez-Cuenca

3 abril, 2002 02:00

Ilustración de Ajubel

Tusquets. 271 págs., 15 euros. Florencio Domínguez: Dentro de eta. la vida diaria de los terroristas. Aguilar. 308 págs., 15’95 euros. Matías Antolín: Mujeres de ETA. T

El fenómeno terrorista en España continúa produciendo una amplia cosecha sobre el tema. Nada fuera de lo normal teniendo en cuenta el impacto que causa esta terrible lacra y el interés que, en consecuencia, despierta en la sociedad. Se trata de una única y residual anomalía histórica que hace tanto referencia a un pasado dictatorial triste y superado como a un posible futuro tenebroso de identidades y "culturas" enfrentadas. Tres de estos libros, los del político vasco Fernando Maura y los de los periodistas Matías Antolín y Florencio Domínguez, se pueden encuadrar dentro de un género descriptivo, el más abundante sobre esta temática, en la que la información pormenorizada, detectivesca, y la experiencia personal construyen los retazos de un gran retrato del pasado y el presente de la situación. El otro libro, el del politólogo Ignacio Sánchez-Cuenca, es, por el contrario, una novedad en cuanto al enfoque, puramente analítico, aunque también esté dotado del aliento moral de quienes ponen su empeño, aquí a través de un interesantísimo trabajo de corte académico, en la lucha contra el terrorismo etarra.

Las obras de Domínguez y Antolín desmenuzan los detalles de la vida interior y profundizan sobre el funcionamiento de la banda. El primero nos acerca a la vida cotidiana de los terroristas, desde su paso a la clandestinidad, con el precio de la ruptura de los lazos con familiares y amigos, hasta aquellos momentos, la inmensa mayoría, en que tienen que enfrentarse al largo transcurrir del tiempo mientras, en precario, esperan el aviso para ejecutar algún atentado o acto de apoyo que les ordena la cúpula. También está la experiencia del exilio, en el que se va perdiendo el contacto y donde el distanciamiento funciona muchas veces como inhibidor del vértigo hipnótico de la ideología fanática, o la cárcel, el lugar en el que asimismo tiende a propagarse la desmoralización en quienes han de soportar las consecuencias de sus actos criminales.

Florencio Domínguez, muy conocido tanto por sus acreditadas publicaciones sobre la temática terrorista como por unas colaboraciones periodísticas de gran calidad, caracteriza con agudeza y riqueza de detalles el comportamiento autista de la cúpula de la organización, cuya forma de selección, obligada por la situación de clandestinidad y el formato leninista, refuerza la presencia de los duros en los puestos dirigentes. Al lado de esto, se encuentran los mecanismos de control y disciplina que permiten que un reducido grupo de personas tomen las decisiones.

Por su parte, Matías Antolín, que tiene en su haber uno de los testimonios más estremecedores del fenómeno, como fue la historia de la militancia de Juan Manuel Soares Gamboa en uno de los comandos más sanguinarios y su proceso de arrepentimiento, con un tono más personal, mezclando en ocasiones sus propias vivencias -trabó amistad con Argala en el Madrid de 1977 sin conocer su pertenencia a ETA-, lo que crea una atmósfera de complicidad con el lector, lleva de nuevo al mecanismo interior de la organización terrorista a través de los retratos de las mujeres que han formado parte de ella. Al igual que entre los varones, abunda la falta de capacidad intelectual, la frivolidad, el cinismo y, en ocasiones, una pasión sanguinaria que entra de lleno en la manifestación de una enfermedad mental, como el caso del falso mito que es Idoia López Riaño, cuyas andanzas sexuales, que tanto han dado que hablar, corresponden más con las de la protagonista de una novela barata que con una verdadera Mata Hari.

Uno y otro libro desmienten cualquier atisbo de romanticismo que pueda deducirse de la trayectoria de un "activista" que "sacrifica" su vida por un ideal. La cosa va más bien por derroteros prosaicos, donde abunda la mezquindad tanto como el aburrimiento y la sensación de haber desperdiciado el tiempo en un empeño necio. También contribuyen a desmitificar la supuesta repugnancia con la que han de encarar un deber "patriótico" como es asesinar a inocentes por "la causa". Por último, ponen en tela de juicio la supuesta capacidad de la banda para una resistencia sin límites y su eficacia en la consecución de sus objetivos. Quizá la mayor contribución de ambas obras es la labor de demolición de esa imagen de ente todopoderoso, de fuente ina-gotable y perseverante de violencia. Las chapuzas, los errores, las improvisaciones, el dispendio, la arbitrariedad, el sectarismo y la discriminación entre los militantes contrastan vivamente con la extrema facilidad que existe para hacer daño en una sociedad abierta.

Lo que Domínguez y Antolín reflejan es el reverso moral, la bajeza de unas vidas dedicadas a causar muerte, dolor y sufrimiento, diametralmente lo opuesto a lo que representa el testimonio de un parlamentario del PP en el País Vasco. Fernando Maura, heredero de un ilustre apellido y perteneciente a una familia bilbaína de abolengo liberal, representa todo lo que de puro y sacrificado encarna la figura del político. Por encima de las vicisitudes menores que pueda implicar la tarea de quienes se dedican a las cuestiones públicas, se personifican en él muchos de los que en el País Vasco luchan diariamente por la dignidad humana y la decencia política. Ninguna de estas palabras tiene la menor connotación retórica. Cualquiera que se detenga en leer su libro -"el diario de una pesadilla", literalmente- constatará los sufrimientos y penalidades, tanto públicos como privados, que han de sobrellevar aquéllos (políticos, pe- riodistas, profesores, ciudadanos en general...) que defienden la causa de la democracia y de la libertad en un territorio realmente hostil, donde sus atroces experiencias son despreciadas por los nacionalistas y donde una buena parte mira hacia otro lado.

Debe ser una lectura obligada: vuelca al lector en la realidad cotidiana, la del día a día, vuelvo a subrayar, en la que vive un nutrido sector de la población vasca. Deben saber que cuentan con el respaldo incondicional de los demócratas de toda España.

El volumen de Ignacio Sánchez-Cuenca es un estudio que nadie interesado en el tema del terrorismo debe perderse. Se trata de una obra imprescindible, un estudio sugerente al que debe dársele el rango que merece por su gran interés -es la primera obra que se adentra desde el punto de vista de las ciencias sociales-, su atrevimiento -propone un salida realista y democrática, que debe ser debatida, a la anomalía terrorista-, y por la claridad con la que está expuesto pese a las dificultades teóricas y prácticas de la propuesta. Basándose en conceptos extraídos de la teoría de juegos, una "teo-ría [que] explora el comportamiento de actores racionales cuando la acción de cada uno depende de lo que vayan a hacer los demás", el autor acepta como supuesto que ETA se porta como un actor colectivo que opera racionalmente en la consecución de su objetivo político (la independencia). De lo que se trata es de estudiar sus estrategias a lo largo del tiempo, lo cual hace magistralmente, centrándose sobre todo en el periodo de la guerra de desgaste (1978-1998) y en el del frente nacionalista (1998-¿?), cuando ETA, por medio de HB, firma el pacto de Estella, para así obtener criterios contrastados que permitan acabar con la organización terrorista. Los actores principales objeto de su estudio son el Gobierno y ETA, añadiendo en la última etapa al PNV. En capítulos fundamentales repasa elementos tan importantes como el efecto de las negociaciones y contactos entre gobierno y ETA, la psicología colectiva de la banda, asunto clave en el umbral de su re- sistencia en la guerra de desgaste, y el papel del PNV en la última etapa. Finalmante, Sánchez-Cuenca aventura algunas hipótesis para la solución del conflicto que pasan por la desaparición previa de la banda terrorista y una salida democrática a las expectativas políticas del PNV.