Ensayo

El Mar Negro

N. Ascherson

3 abril, 2002 02:00

Trad. M. L. García. Tusquets, 2002. 356 págs, 18’50 euros

En la Cronología que se inserta al final del texto se contienen fechas que van desde 850 a. C. hasta 1995, momento de la represión de la independencia de Chechenia por el ejército ruso, cuando se publicó el libro en su edición inglesa.

Las referencias cronológicas son de por sí suficientemente significativas del carácter diacrónico del planteamiento del libro. Por él pasan los griegos antiguos y los pueblos periféricos, principalmente los escitas, los reinos helenisticorromanos de la zona, los sármatas, los godos y otros protagonistas de las invasiones contra el Imperio romano, los cosacos y los tártaros, los venecianos y los genoveses, polacos, turcos y judíos, hasta llegar a la dominación del poder soviético. El Mar Negro es el escenario de la historia de una gran cantidad de pueblos.

Sin embargo, el libro no está planteado sobre un orden cronológico. Se trata más bien de un recorrido por las costas de ese mar que desde la antigöedad ha ofrecido tantos motivos para despertar la curiosidad de los observadores, que nunca lo fueron como espectadores pasivos, sino implicados en sus misterios y deseosos de participar en las aventuras que parecía ofrecer. La tradición más antigua se refiere al viaje de los Argonautas en busca del vellocino de oro, con las derivaciones que representan las historias de Medea o de la maga Circe. Como el nombre con el que lo conocieron despertaba impresiones de mal agöero, dado que recordaba a los griegos el sentido de "inhóspito", alteraron su formación para hacerlo bueno como anfitrión, Eu-xeînos. Luego volvió a llamarse de acuerdo con el color que ofrecía a los observadores. Pero sus accesos siguieron llenos de leyendas, en el Bósforo, el Helesponto o los Dardanelos.

Todo ello es el objeto de este libro, pero como profundización a partir de una perspectiva actual. Así responde a los planteamientos del autor, que, como periodista, pretende hacer llegar al lector una imagen cultural del Mar Negro, acompañada del poso representado por todas las vicisitudes históricas que han configurado su compleja personalidad. En cierta medida es posible observar continuidades, como la presencia de mercados de esclavos que existían ya en la época de la colonización griega y seguían existiendo en la Edad Moderna. Pero las transformaciones étnicas representan también un factor determinante, porque el escenario se ha impuesto hasta convertir la etnicidad en un argumento que justifica la ocupación del territorio. Es clara, en los planteamientos del autor, hasta qué punto los nacionalismos han desempeñado un importante papel como argumento imaginario para la perpetuación de las realidades históricas. Naturalmente, los colonos griegos de la Edad Arcaica y las poblaciones que han dejado como huella arqueológica los famosos kurganes, son los objetos privilegiados cuando se trata de definir un pasado que sirva de apoyo a las diferentes reivindicaciones nacionales.

A lo largo de los diferentes capítulos, desde el Don a Georgia, el mosaico de poblaciones resulta de una enorme riqueza, de un cierto pintoresquismo si no fuera porque detrás se pueden observar unas historias verdaderamente dramáticas. Además de los griegos y de los escitas o sármatas, más tarde, los judíos, los polacos, los cosacos, aparecen como protagonistas de acontecimientos que revelan hasta qué punto es apasionante la historia de la humanidad, especialmente la que ha quedado olvidada cuando la historia académica se ha centrado en la líneas marcadas por los pueblos dominantes. Con el libro se pone de relieve una vez más que no hay historia universal si no se tienen en cuenta los llamados pueblos periféricos, si es que realmente la historia universal tiene como vocación, enunciada así ya en la escuela de los Anales y más recientemente por el postmodernismo, de ser una historia que abarque a la totalidad del género humano. De este modo, la dicotomía enunciada en el título, entre la civilización y la barbarie, queda superada, pues no siempre está claro quién es el bárbaro cuando entran en contacto dos pueblos. Así lo dice claramente el autor en la relación a la antigöedad clásica: en el Mar Negro, no está claro que los griegos sean el centro frente a la periferia bárbara.