Ensayo

Atlas de la Arquitectura barroca

Antonio Bonet Correa (Ed.)

24 abril, 2002 02:00

Electa-Unesco. 411 páginas, 54’09 euros

El debate sobre la arquitectura barroca fue, hace un siglo, el campo donde la moderna historiografía alcanzó la mayoría de edad. Para Wülfflin y sus sucesores el esfuerzo por comprender el Barroco y hacerle justicia supuso liberarse de la herencia de Bellori, y salir de las fórmulas de los preceptistas neoclásicos, que veían en el Barroco un extravagante deseo de "curvas a cualquier precio".

Desde entonces se han escrito muchos ensayos de interpretación y una miríada de estudios descriptivos. Hacía falta una guía global que integrara todo eso, un gran compendio didáctico para poner al alcance del público esa ingente riqueza. Con tal propósito surgió el proyecto de este Atlas, hace 20 años, por iniciativa del profesor Bonet Correa, que ha dirigido el trabajo de una docena de especialistas de Europa, América y Asia, bajo el patrocinio de la Unesco. Los límites cronológicos de la obra son los aceptados por los estudiosos. El punto de partida se sitúa en 1585, cuando se concluye el templo paradigmático de los jesuitas, Il Gesú, y el Papa Sixto V encarga a Fontana un nuevo trazado de Roma. ¿Cuándo concluye el gran ciclo del Barroco? Hacia 1750, en París, nacía el nuevo modelo neoclásico, pero más al Sur, sobre todo en Iberoamérica, la vigencia del Barroco se prolongaría más de medio siglo.

Los historiadores han abordado el Barroco como desarrollo estilístico y como argumentación estética, como decurso y como discurso. Pero el Barroco fue, ante todo, el primer estilo arquitectónico mundial, y de ahí la matriz espacial de este libro, que sigue la expansión de formas y símbolos a través de Europa, América y Asia. El volumen se divide en dos partes: una temática y otra geográfica. La temática repasa las líneas generales de una cultura común: las tipologías de la arquitectura religiosa y civil, las obras públicas y el urbanismo, los proyectos de dimensión utópica y las vías de difusión internacional. La segunda parte del libro, mucho más extensa, es un mosaico de fichas descriptivas sobre los edificios y conjuntos monumentales del Barroco en el mundo. Es un viaje, espléndidamente ilustrado, por un vasto territorio, de Roma a Copenhague y de Lisboa a San Petersburgo. Pero si el Barroco fue el estilo de la Iglesia y la Monarquía triunfantes, nada podía encarnarlo mejor que la monarquía católica por excelencia, la española, con su sentido de misión universal. La historia de la arquitectura barroca es la de la unidad cultural y la riqueza formal de la América hispana, desde las misiones de California hasta las de Paraguay, desde la sobria iglesia de los jesuitas en Córdoba, Argentina, hasta la catedral de Zacatecas.