Image: Esclavos por la patria

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Ensayo

Esclavos por la patria

Isaías Lafuente

24 abril, 2002 02:00

I. Lafuente. Foto: Mercedes Rodríguez

Temas de Hoy. 343 págs., 15’75 euros. R. Serrano y D. Serrano: Toda España era una cárcel. Aguilar. 382 págs, 16’95 euros

Ambos libros tienen mucho en común: la misma etapa histórica (el franquismo), idéntica temática (los presos políticos) y parecida base documental (entrevistas, memorias, documentación oficial...). También el enfoque es similar: son crónicas sobre el pasado donde predomina más la descripción y la opinión que el estudio riguroso.

Esto no es una crítica, pues los autores no pretenden lo último, sino más bien definir lo que el lector tendrá entre manos. El esfuerzo de Lafuente y los Serrano se dirige a traer al presente la memoria de los represaliados bajo el franquismo, de su lucha por sobrevivir, de su resistencia. Es una ofrenda a su memoria y una vacuna contra el olvido.

La obra de Isaías Lafuente se centra en una temática más precisa, la de la explotación económica de los presos del bando republicano por el régimen franquista. Contiene datos que impresionan por la magnitud del fenómeno y por las empresas implicadas, algunas muy poderosas hoy en día. No queda claro si el título es adecuado, que fueran exactamente esclavos, pero sí es meridiano el hecho de una explotación que iba más allá de la categoría de lo abusivo. Pero no sólo se trataba de que pagasen por su compromiso republicano haciéndoles "reparar" los destrozos (el nuevo Belchite), sino de hacerles expiar su culpa con unas durísimas condiciones de vida, precaria alimentación y trato inhumano, que enviaron a muchos a la tumba.

Rodolfo y Daniel Serrano abordan, mediante una hábil y fluida dosificación de testimonios, una ágil reconstrucción de la memoria de los presos durante el franquismo. Mientras que lo central del libro de Lafuente es la dimensión del fenómeno que analiza, en este otro lo atractivo reside en las intervenciones de los personajes que permiten recorrer etapas o episodios significados del franquismo. Así, por citar algunos ejemplos, el comunista Miguel Núñez retrotrae a la inmediata posguerra, a las pésimas condiciones de vida de los presos de las que se habla más arriba; Sánchez Dragó introduce en la rebelión de los hijos del franquismo; Jaime Miralles explica el "contubernio" de Munich y sus consecuencias para los allí reunidos...

Hay algún reparo. Uno es cierta parcialidad en cuanto a que ambos libros son acreedores de una visión idealizada del bando de los vencidos. Un ejemplo: si bien es cierto que los alzados en 1936 contra la II República se levantaron contra la legalidad, no es menos cierto que muchos de los que defendieron el régimen republicano en esa ocasión se habían levantado en su contra dos años antes (1934). Y, en segundo lugar, en este caso respecto al libro de los Serrano, en lo que concierne al uso de la violencia por un sector de la oposición (ETA, FRAP, GRAPO...) hay un excesivo miramiento, sobre todo con el tratamiento del testimonio de Mari Paz Pondal, quien, con su involuntaria pero irresponsable conducta, personifica todas las luces y sombras que gravitaban sobre este fenómeno. Sin embargo, compensan ese error de perspectiva con las interesantes reflexiones de Saborido sobre la cuestión: el terrorismo supuso un obstáculo insalvable para una estrategia que por la vía pacífica intentaba forzar la democracia.