Image: La eterna agonía del romancero

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Ensayo

La eterna agonía del romancero

Pedro M. Piñero Ramírez (ed.)

22 mayo, 2002 02:00

Fundación Machado. Sevilla, 2001. 510 páginas

Al tema del romancero, una de nuestras más trascendentales aportaciones a la literatura universal, acaba de dedicar la Fundación Machado un importante volumen de investigaciones. Como dice Bénichou en la Presentación del libro, en él se examina la totalidad de los temas relativos a la materia, desde cuestiones crítico-filológicas a encuestas de campo.

A partir de los orígenes del género, Bénichou observa cómo el contagio lírico y la influencia trovadoresca independizaron esta poesía de los cantares de gesta. Un ininterrumpido proceso creador de carácter tradicional ha mantenido vivo el género hasta nuestros días. Hoy, perdidas las claves germinales que le dieron ser, agoniza sin que la fecha de su muerte sea previsible. En cualquier caso, la inmensa masa poética que ha producido lo mantiene vigente entre sus admiradores.

La arquitectura del libro descansa sobre tres pilares: estudios, mesas redondas e informes. El primero contiene nueve trabajos, cuyas aportaciones afectan a diversas áreas. En cuanto a las relaciones entre lírica popular y romancero, M. Frenk estudia sus raíces comunes y coincidencias, que explican la afinidad de sus contenidos, características y destinatarios, así como la existencia de híbridos formales como el romance- villancico, el de estribillo lírico, etc. En el fondo se ha producido entre ambos una confluencia manifestada en parelelismos, monólogos o reiteraciones líricas. Ahondando en ese mismo tema, G. di Stefano destaca en su trabajo sobre el "Romance de la muerte de D. Fadrique" su trágica misoginia, demostrando que la mezcla de canción y romance logra conmocionar inmediata y profundamente a sus lectores u oyentes. También J. Mª. Alín estudia las relaciones entre romance y canción, precisando sus préstamos textuales y probando que la influencia de aquel sobre esta es mínima, mientras la de esta en aquel reviste trascendencia.

Especial interés tienen los trabajos dedicados al romance fronterizo. A. Deyermond estudia el género en cuatro fronteras: castellano-granadina, anglo-escocesa, eslavo turca y la de la China del Norte; sus conclusiones sobre semejanzas y diferencias de formas, imágenes y símiles han de tomarse con cautela, dado que en los dos últimos campos sólo ha podido trabajar sobre traducciones. En cuanto a la frontera castellano-granadina, Piñero la define como un espacio privilegiado para la hazaña bélica, y apoyándose en el romance "Ya se sale de Jaén", precisa lo que hay en él de historia y poesía, su cuño de romance viejo y su exaltación del heroísmo caballeresco. Enlazando con este punto, Roubeau-Bénichou fija las relaciones entre libros de caballerías y romances, haciendo ver que hasta 1520 hay pocos versos en esas novelas, y que habrá que esperar al Quijote para que aquellos desarrollen en éstas todo su potencial estético.

Recordemos, en fin, la curiosa investigación de J. M. Pedrosa sobre los padres maldicientes. La de S. G. Armistead sobre seis cantos de boda judeo-españoles aprovecha materiales inéditos de Américo Castyro, con textos procedentes de las juderías de Tetuán, Xauen y Larche, hoy inencontrables. Ya en el campo del romancero artístico moderno, E. Baltanás escribe un sugestivo trabajo sobre el "Romance de Amnón y Thamar" de García Lorca, en que profundiza en su originalidad.

Cierran el volumen seis mesas redondas sobre cuestiones metodológicas y didácticas, y dieciseis informes sobre trabajos de campo, e investigaciones relativas a España, Portugal y el mundo sefardí. En conjunto, estamos ante un libro de gran interés para el conocimiento del romancero, en el que abundan las novedades y profundizaciones. El área de "Literatura Oral" de la Fundación Machado y el Grupo de Investigación "Romancero de la tradición moderna en Andalucía" enriquecen con él su colección "De viva voz", que va creando en Sevilla un enclave de estudios sobre esos temas de merecido prestigio.