Image: El exilio español (1936-1978)

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Ensayo

El exilio español (1936-1978)

Julio Martín Casas y Pedro Carvajal

26 septiembre, 2002 02:00

Algunas revistas que demuestran la actividad cultural del exilio español

Planeta. Prologo de Alfonso Guerra. Planeta. 268 páginas, 18 euros

La Fundación Pablo Iglesias, presidida por Alfonso Guerra, ha organizado un homenaje multimediático a los exiliados españoles por la Guerra Civil. El pasado 17 de septiembre, el Rey Juan Carlos inauguraba en el Palacio de Cristal del madrileño Parque del Retiro la exposición titulada "El exilio español".

Al acto asistieron distintas autoridades, tanto del PSOE como del PP, y un puñado de exiliados en un tono general de reconciliación entre la Corona y los republicanos, al tiempo que se rendía tributo a los miles de españoles que se vieron obligados a dejar su patria.
Por otro lado, la Fundación Pablo Iglesias, con el apoyo de distintas instituciones, ha rodado dentro y fuera de España setenta horas de filmación en las que se recogen más de ciento cuarenta entrevistas y testimonios de exiliados. La primera entrega televisiva se emitió, en La 2 de Televisión Española, el pasado domingo 22. La segunda y última se pondrá en antena el próximo domingo.

La Fundación Pablo Iglesias ha organizado asimismo un Congreso en el que, contando con una nutrida asistencia de intelectuales y especialistas, se reflexionará sobre el impacto que tuvo el exilio en la sociedad española de la época. Como cuarta contribución, destacar el libro que ahora nos ocupa. Este texto proviene en gran medida del abundante material utilizado para la producción de Televisión Española.

Se abre El exilio español con un prólogo de Alfonso Guerra en el que presenta estas páginas como una historia oral de aquellos que salieron de España hacia un futuro incierto. Llama la atención Guerra, y en ello acierta, sobre la necesidad de conservar el testimonio de una generación que está a punto de desaparecer sobre unos hechos cruciales en nuestra historia contemporánea. La tragedia de la guerra requiere un testimonio que sirva no para el agravio o la revancha pero sí para el ejercicio de la libertad y la responsabilidad.

El libro se estructura en torno a los más de trescientos testimonios recogidos con absoluta literalidad en las entrevistas, y se enriquece con más de sesenta fotografías, algunas inéditas, fruto de una minuciosa labor de rastreo. Todo este material sirve para desgranar la vida cotidiana y los grandes hechos del exilio. El lector descubre de inmediato a las víctimas más inocentes: los "niños de la guerra". En noviembre de 1936 se crea en Francia un Comité de Acogida destinado a niños de edades comprendidas entre los 5 y los 12 años. Con el paso de los meses y el recrudecimiento de la contienda, a Francia le siguieron Bélgica, Dinamarca, Holanda, México, Reino Unido, Suiza y la Unión Soviética. Otros países, como Suecia y Noruega, mantuvieron varias colonias infantiles en suelo francés. El testimonio de quienes fueron "niños de la guerra" está cargado de una emoción que en algunos casos, pocos, es de alegría y, en su mayoría, de desazón y pesar. En México, casi medio millar de los llamados "los de Morelia" sufrieron, pese al empeño del presidente Cárdenas por ayudar, un sinfín de desastres y despropósitos.

Las vicisitudes de la Guerra Civil se fueron extendiendo a distintas regiones y colectivos. A su fin, cerca de trescientos mil españoles fueron recluidos en las playas del Mediterráneo francés próximo a Cataluña. El comportamiento francés, tal como queda reflejado en estos testimonios, fue brutal. Como escribe Sixto úbeda, "allí morían los que tenían más de cincuenta años". El final de personalidades como Antonio Machado o Manuel Azaña fue desolador. Las autoridades francesas no movieron un dedo por aliviar su desgracia. Iniciada ya la Segunda Guerra Mundial, parte de los exiliados retornó a la dura vida española, mientras un buen número se embarcaba hacia las distintas Américas. Como muestran estas páginas, el exilio republicano quedó no sólo dividido sino incluso enfrentado. Los comunistas se afincaron en torno a Moscú, los anarquistas quedaron a la intemperie, y del resto sólo quedaron medianamente organizados los vascos, unidos e interesados en ellos mismos.

El exilio no fue sólo, como atestiguan estas páginas, León Felipe, José Gaos. María Zambrano, Juan Negrín o Indalecio Prieto. El exilio no fue sólo el destino de la izquierda; tuvieron que exiliarse tanto monárquicos como liberales. Y aunque no se dice nada de ellos en estas páginas, del llamado "lado republicano" también tuvieron que salir gentes como José Ortega y Gasset o Gregorio Marañón.