Llibros del Pexe. Gijón, 2002. 258 páginas, 15 euros
Poeta asaltado en emboscadas por fantasmas, Martín López-Vega ha reunido las crónicas viajeras de los escritores modernistas abriendo olvidadas tumbas. Con el raro botín ha arrojado luz sobre una generación literaria algo relegada. En su delicioso prólogo acuña una distinción feliz y "rica", aludiendo al lenguaje sintético de los manuales de literatura: los modernistas andaban por las ramas y los del 98, por España. Reivindica un lugar de honor a este género, la crónica, que fue, junto al poema, estandarte del Modernismo. Esta "fregona de la literatura", como la llama disgustado López-Vega, tal vez sea el género literario más perfecto. Observa con acierto que lo que importa es cómo se cuenta, o que en ella está "sobre todo el hombre que la escribe". Estos textos nos acercan a la cara verdadera de un plantel exquisito: Melchor de Almagro Sanmartín, Luis Bello, Blasco Ibáñez, Manuel Díaz Rodríguez, ángel de Estrada, Antonio G. Linares, Federico García Sánchiz, Enrique Gómez Carrillo, Manuel Machado, José Martí, Gregorio Martínez Sierra, Amado Nervo, Emiliano Rodríguez ángel y José Enrique Rodó.
Se une el antologador a Gómez Carrillo y a Díaz Rodríguez para definir el alma del viajero, y escribe los doce mandamientos del cronista "que charla indefinidamente consigo mismo". No importa el nombre de una calle, sino cómo huelen las muchachas que pasan por ella. El autor de Los Desvanes del Mundo ha escrito desde la experiencia. Italia, París, Oriente, Estados Unidos, de la América sofocante de Amado Nervo al foro romano de Rodó, esta recopilación nos recuerda la brillante prosa de nuestros modernistas, que dudaban del derecho a envanecerse de una civilización de "crímenes gatunos".