Image: Filosofía contemporánea

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Ensayo

Filosofía contemporánea

Manuel Cruz

24 octubre, 2002 02:00

Manuel Cruz. Foto: M.R.

Taurus. Madrid, 2002. 429 páginas, 17’95 euros

Hay que agradecer al autor de este útil volumen varias cosas. En primer lugar, su esfuerzo por delimitar la noción de "contemporaneidad" a propósito de la filosofía.

La producción filosófica tardomoderna, esto es, la que construye sus primeras líneas maestras entre 1880 y 1914 y avanza ininterrumpidamente hasta -por ahora- ese discutido y un tanto fatigado ajuste de cuentas con la tradición que llamamos pensamiento "posmoderno", es literalmente abrumadora. ¿Cómo abordarla con ánimo jerarquizador? Y, sobre todo, ¿cómo ordenarla? Algunos estudiosos han recurrido a criterios espaciales (lo "continental" y lo "no-continental", por ejemplo); otros a criterios estrechamente temporales, bien de radio corto ("los últimos treinta años"), bien de radio más largo ("el siglo XX"), bien de radio difuso ("la filosofía de nuestro tiempo"). Cruz ha preferido reconstruir racionalmente, con gesto sobrio y contenido, la "filosofía contemporánea", la etapa de la historia de la filosofía "más próxima a nosotros". En el bien entendido de que tal preferencia lo ha sido en orden a una decisión de fondo, muy cargada valorativamente, que se identifica con una apuesta -arriesgada- a favor del conocimiento de la propia época. No se trata, pues, de "comprender el presente", cualquier cosa que esto sea, ni la "actualidad", siempre fugaz e inaprensible, sino de "intentar acceder a las líneas de fuerza, a los vectores profundos que recorren nuestra contemporaneidad". Lo que deja fuera, ciertamente, la producción filosófica meramente "coetánea", por decirlo al modo orteguiano.

La filosofía es el espacio discursivo, siempre plural y aún conflictivo, en el que las épocas se comprenden a sí mismas mediante el esfuerzo del concepto. Exactamente lo que nuestra compleja y opaca contemporaneidad ha ido haciendo, con tenacidad y denuedo, en las corrientes filosóficas que aquí se reconstruyen y exponen. Estas corrientes o tradiciones -que Cruz asume como entramados, retículas de argumentos, sistemas y convicciones- son básica y centralmente tres: la analítica, la marxista y la hermenéutico-fenomenológica. A ellas -y como desarrollos recientes en cierto modo suyos: tanto en positivo como a la contra- Cruz ha unido el pragmatismo, las últimas estribaciones del racionalismo crítico, el estructuralismo, el posestructuralismo y el pensamiento "posmoderno". El libro comienza con Frege y termina con Vattimo. Y entre uno y otro dibujan su acerada presencia las diferentes formas como han sido conceptuados los vectores de la época escogida, desde la universalización de la democracia y sus dilemas estructurales a la conversión de la ciencia en fuerza productiva directa, desde la colonización de los "mundos de vida" por la razón instrumental a la crisis de la subjetividad clásica y el agotamiento de algunos celebrados mitos protomodernos.

Algo que Cruz ha hecho, y este es un segundo motivo de reconocimiento, con sobriedad, claridad y con gran economía. Siempre cabrá echar algún autor o "ismo" en falta en estas páginas. Pero ni una sola de sus líneas -obra toda ella de un excelente conocedor de su oficio- está de más. Una vez subrayada la utilidad de este volumen, tal vez convenga subrayar también el precio que su modo de hacer le ha reclamado a Cruz: una cierta ausencia de tensión dramática. O un empeño acaso excesivo en cuadrar todas las cuentas.