Image: El español en el mundo

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Ensayo

El español en el mundo

VV. AA.

28 noviembre, 2002 01:00

Tom Burns Marañón

Círculo de Lectores/Instituto Cervantes. 369 páginas, 16’50 euros

El Anuario del Instituto Cervantes se ha convertido, desde su primera entrega en 1998, en una valiosa muestra de ese tipo de trabajos que los lingöistas denominan "estado de lengua".

Si el español pretende estar a la altura de los grandes canales de comunicación lingöística, no puede prescindir de este tipo de trabajos: análisis periódicos -como los que viene ofreciendo el Anuario- donde se pondere el peso internacional de la lengua en el ámbito demográfico, cultural, de represensentación en organismos internacionales y, por supuesto, se considere su presencia en los terrenos económico, comercial, industrial y tecnológico, que cada día cobran más importancia en la suerte de las lenguas.
Los Anuarios tienen la gran virtud de poner las cosas en su sitio, nos alejan del tópico optimismo en torno a los 400 millones de hablantes, lo simpáticos que somos, los veintitantos países donde el idioma tiene rango de oficial y lo necesario que va resultando para hacer carrerita política en EE. UU., y considera otros aspectos de la lengua basándose en datos fehacientes y análisis estadísticos sobre hechos modernos que interesan, los que de verdad van a pesar en la instalación internacional del español, y desde los que trazar un política idiomática exterior inteligente que -entre otros muchos aspectos- puede reportar al medio hispanohablante una muy apetecible rentabilidad económica (considérese, a otro nivel, que la enseñanza del inglés es una de las cinco primeras fuentes de ingresos de Gran Bretaña). En tal sentido, tranquiliza pensar que el Instituto cuenta con lo que podríamos denominar "analistas del estado de la lengua española" perfectamente enterados de lo que importa en este tipo de estudios y estrategias, incluso diría más: van- guardistas en su género. El Anuario presenta al idioma como está y aporta las estrategias precisas para mejorar su instalación internacional.

Si en entregas anteriores el Anuario se ha dedicado a analizar la situación demolingöística del español en el mundo, su demanda en Brasil o en EE. UU., su implantación en internet (con un estudio ejemplar de F. Marcos Marín), la entrega correspondiente al 2002 se centra -exceptuado el estudio que dedica Daniel Martín al español en Australia- en la situación del español en Europa: álvaro García encuadra el idioma dentro de la línea de acción del Consejo de Europa en el ámbito de la enseñanza de lenguas; José Luján aporta valiosas ideas para mejorar y consolidar la demanda ascendente del español como lengua extranjera; Emilio Lamo de Espinosa y Javier Noya analizan esa situación en Francia y Alemania en un sobresaliente estudio de lo que podríamos llamar prospección de mercado, con datos novedosos y propuestas inteligentes; José Mª Davó estudia el español como recurso económico en Francia.

El Anuario se abre con un ameno artículo de Tom Burns sobre la hispanomanía de algunos anglosajones notables (no todo es Hemingway) y se cierra con un acierto editorial: la edición facsimilar y la transcripción de los Diálogos hispano-ingleses (1599) de John Minsheu -estudio preliminar de J. A. Cid- con los que aprendieron español algunos ingleses en aquella ajetreada época de la Invencible. En suma, el Instituto Cervantes ha publicado un nuevo Anuario que continúa la línea de excelencia trazada por las anteriores entregas.