Image: ETA. El saqueo de Euskadi

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Ensayo

ETA. El saqueo de Euskadi

José Díaz Herrera e Isabel Durán

28 noviembre, 2002 01:00

José Díaz Herrera e Isabel Durán. Foto: Mercedes Rodríguez

Planeta. Barcelona, 2002. 820 páginas, 20 euros

Este abrumador trabajo de investigación y pormenorizada recopilación de datos constituye una suerte de gran sumario contra la banda terrorista ETA, salvo en su estilo periodístico que, alejado de la jerga jurídica que acartona nuestro idioma, lo convierte en un producto fácil de leer pese a su extensión.

Pero la cosa no sólo se queda ahí, en la organización criminal y su entorno, uno y lo mismo, ya que el libro podría también ser definido como la gran Causa General contra el nacionalismo vasco en su conjunto.

Efectivamente, aunque la mayor parte de la obra se extiendan sobre la historia y, particularmente, la demostración irrefutable de que el nacionalismo vasco terrorista dirige y controla todo el conglomerado de organizaciones satélites de la denominada izquierda radical vasca, una parte sustancial del mismo revela las conexiones y complicidades entre aquél y el denominado nacionalismo "moderado", encarnado en el PNV y EA, hasta el punto que el lector escéptico, que no obcecado, queda persuadido de que esa relación ha sido imprescindible para que este último, a través de un hábil juego de compromisos y deslealtades, a lo que no es ajeno su proceder histórico, haya alcanzado las cotas de poder de las que disfruta.

La conexión, que desde hace tiempo se vislumbra, lleva a formular una hipótesis que el libro puede contribuir a demostrar: la deriva terrorista de una parte del nacionalismo vasco no se debe tanto a la existencia del franquismo, que en su momento actuó como precipitante histórico, con la consiguiente aureola que proporcionó la lucha contra una dictadura torturadora y asesina, como al proceso interno de maduración de una visión exclusivista y xenófoba, el fundamento de su médula. Precedentes históricos, como el de Gallastegui, corroborarían esta hipótesis. Del mismo modo que en los años 60 y 70 aparecen grupos terroristas en algunas democracias consolidadas de Europa occidental, no es peregrino suponer que, de haber tenido España un régimen constitucional, el nacionalismo terrorista habría aparecido igualmente.

La extensión del libro, que en un principio puede ser objetable, es del todo significativa. Conmocionada la opinión por la siniestra lista de asesinatos y del conjunto de víctimas y vidas destrozadas, heridas y humilladas para siempre, muchas veces no repara en la profundidad y amplitud del mal. Todas esas páginas, tantas y tantas, son las que precisamente dan la medida de un fenómeno que se manifiesta como la tela de una araña: las redes de extorsión, de control de presos, de chivatos, de reclutamiento, de financiación...

Respecto al formato del volumen caben dos críticas. La primera es el hecho de que está plagado de erratas y errores, empezando por situar el Once de Septiembre un mes después (pág. 791), y la segunda es la imperdonable ausencia de índice onomástico, algo básico para una obra que será de consulta obligatoria para investigadores e historiadores. Por otra parte, hacer patente la entidad del mal que supone el terrorismo, no implica omitir en la historia que se cuenta la incidencia de determinados errores que han servido de combustible, como el GAL o las bandas parapoliciales anteriores, para que la maquinaria asesina, y quienes le dan cobertura de cerca y de lejos, pudiera funcionar a pleno rendimiento.

Con todo, la entidad del libro supera con mucho cualquiera de estas objeciones: se trata de una obra imprescindible para conocer en toda su amplitud el fenómeno terrorista, la capacidad de sus tentáculos y el trascendental papel que desempeñan de cara a alcanzar sus objetivos, y la verdadera dimensión de la implicación de quienes los amparan y se benefician, con total ausencia de principios morales, de sus acciones asesinas y coacciones.