Image: Hotel Honolulu

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Ensayo

Hotel Honolulu

Paul Theroux

26 diciembre, 2002 01:00

Paul Theroux. Foto: Carlos Barajas

Seix Barral. 541 páginas, 22 euros

Un hotel puede ser un punto de encuentro inmejorable para el nacimiento de una buena historia, pero también puede empujar al escritor a limitarse a reseñar lo que viven sus huéspedes.

Theroux no ha caído en esa trampa con esta extensa novela. Ha sabido convertir los personajes de este decadente Hotel Honolulu de Hawai en protagonistas intermitentes, pero no caducos, de una extraordinaria narración. Un escritor famoso abandona Londres, su familia y su pasado, y comienza una nueva vida en Honolulu como director de un hotel, en total anonimato. Se casa con una nativa que resulta ser el fruto de una noche de lujuria y paraíso del presidente Kennedy. A partir de aquí, los personajes y acontecimientos se vierten como la procelosa corriente de un Amazonas o un Congo.

El talento de Theroux es indiscutible. Te avisa de lo que te va a contar. Cuando acaba de contártelo, sin embargo, ha conseguido pillarte desprevenido. La primera gran historia es la de Madame Ma, una anciana que escribe crónicas de sociedad en el diario local, y que reside en el Honolulu con su hijo Chip. Aquí emerge la hija del director, Rose, de cinco años, enfrentada a la anciana quisquillosa en unos diálogos deliciosos. Los capítulos se suceden de sorpresa en sorpresa, y el lector va teniendo la sensación de que Theroux se ha propuesto escribir un reportaje sobre la prostitución, la degradación y el conformismo como forma de vida en lugares colonizados por el hombre blanco. El dueño del hotel, Buddy Hamstra, es un granuja redomado, un grandullón chalado y excéntrico magistralmente dibujado. Theroux reúne en el capítulo 62 a los amigos de Buddy en una conversación patética en la que cada uno fanfarronea de sus exóticas medallas sexuales. Tanta sordidez está cruzada por episodios tiernos que exponen temas de siempre desde ópticas nuevas, como el de Lionberg, el hombre que parecía feliz en su mansión sobre el acantilado, hasta que una muchacha de 26 años, en un día, derrumbó su mundo perfecto. Hotel Honolulu consagra a Theroux como un novelista perdurable, cuya obra como viajero no debería diluir su enorme talla de escritor de "ficción".