Ensayo

De nuevo socialismo

Jordi Sevilla

16 enero, 2003 01:00

Crítica. 222 páginas, 17 euros. Gonzalo López Alba: El relevo. Taurus, 2002. 52 páginas, 18 euros

He aquí dos obras que se complementan. Por un lado, está el libro de Gonzalo López Alba, que describe el quién y el cómo, esto es, a los personajes y la explicación de las causas que les hicieron auparse a la cúpula del psoe. Por otro lado, aparece el qué, los principios de fondo que constituyen el bagaje doctrinal de lo que Jordi Sevilla define como nuevo socialismo.

El libro de este último incorpora elementos y experiencias del liberalismo y la tradición socialista y de izquierda. Del primero acepta valores fundamentales como la supremacía de la libertad, el mercado, la sociedad abierta y la defensa de la responsabilidad individual. De la segunda tradición, también proveniente de la modernidad ilustrada, prescinde, paradójicamente, de la mayor parte de su práctica histórica, para definir fundamentalmente los principios del nuevo socialismo en torno al desarrollo de los viejos lemas de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad. La explicación de estos tres principios fundamentales constituye el cuerpo central de la obra. Por último, hay que anotar que, pese a enunciar el socorrido tópico de la regeneración democrática, no hay ninguna crítica a la etapa de gobierno de Felipe González, lo cual genera desconfianza: muchas de las censuras que hace a la derecha son calcadas de los comportamientos arrogantes de aquella etapa.

El libro de López Alba, un trabajo excepcional, es el relato de la renovación del psoe. El de un breve período, apenas 130 días, que sirvió para que la historia de este partido diera un vuelco. Supuso la aparición de un líder, Rodríguez Zapatero, y la incorporación de una nueva generación de políticos. Para comprender tamaño cambio habría que remontarse al momento en que el partido entra en crisis, tras la derrota de 1996 y la posterior dimisión de su indiscutido líder Felipe González.

A partir de ahí, sobre el telón de fondo de las luchas intestinas, se desarrollan dos corrientes con impulsos opuestos. La primera estuvo erigida sobre la inercia natural del aparato y los dirigentes. La otra corriente procedía de la sociedad y se filtraba a través de la militancia. Este impulso emergió en el conato de rebelión del xxxiv Congreso (1997), al grito de "¡Que voten las bases!", se confirmó con el varapalo sufrido por Almunia frente a Borrell en las primarias y culminó con la elección de Zapatero. Sobre la base de unas corrientes de fondo, se sucedieron unos acontecimientos que llevaron a ese final tan esperanzador, no sólo para el partido sino también para la sociedad española.