Image: Nuevo paradigma teológico

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Ensayo

Nuevo paradigma teológico

Juan José Tamayo Acosta

13 febrero, 2003 01:00

Juan José Tamayo Acosta. Foto: Javi Martínez

Trotta. Madrid, 2003. 214 págs, 12 euros. Hacia la comunidad, 6. Trotta, 2000. 182 pags, 11 euros

La llamada de atención de la Conferencia Episcopal española sobre la heterodoxia de Juan José Tamayo Acosta ha tenido el previsible doble efecto: por una parte, ha aclarado conceptos desde el punto de vista católico y, por otra, indudablemente, ha dado a la obra del teólogo una actualidad de la que carecía, por su propia especialización.

Las páginas que comento y el resto de la obra de Tamayo Acosta se inscriben en la crisis gnóstica en que se ve sumida la Iglesia católica desde el año 1966; fecha de la disidencia de Häring y punto de partida de una reacción en cadena que dio lugar a una teología esforzada en desvincularse de la metafísica y del dogma. No es extraño, por tanto, que la Conferencia Episcopal disienta de su orientación. Juan José Tamayo Acosta no se enfrenta de forma abierta al dogma católico. Pero apuesta por una teología interreligiosa -por lo tanto, adogmática-, insiste en propugnar la vieja teología de la liberación -también para el Primer Mundo- y repudia del Dios de lo que llama "teísmo teológico" y "teología patriarcal".

En el fondo, estamos ante un diálogo de sordos. Y el problema es que lo estamos desde hace casi cuarenta años; muchos más, si atendemos a los que ponen el principio del proceso a finales del siglo XVI, cuando los teólogos católicos principales asumieron la dialéctica racionalista para oponerse a los protestantes y, con ello, inconscientemente, hicieron pasar a segundo plano la concepción trinitaria del propio Dios y provocaron el repliegue del magisterio de la Iglesia a posiciones defensivas, hasta hoy mismo.

Que esto último requiere un replanteamiento de la teología está fuera de duda. Que sea el que propone Tamayo Acosta, es otra cuestión. Simplemente, no da solución a los problemas principales, que son -según el clarividente dictamen de M. J. Le Guillou (El misterio del Padre, Ediciones Encuentro, 1998)- los derivados de la necesidad de poner en evidencia, tras cuatrocientos años de relegación, lo que llama "la estructura teándrica del misterio cristiano" y todas sus consecuencias.

Intentaré decirlo de la manera más elemental, aunque sea simplificando demasiado su pensamiento. Hay que volver -dice Le Guillou- sobre "los tres planos conexos del Ser, del Sentido y de la Paternidad". Eso quiere decir que hace falta recuperar la metafísica, relacionarla con la teología -que es la que puede dar sentido último a lo ontológico- y ahondar en el alcance de lo que significa que el hombre pueda llamar Padre a Dios. Las tres cosas. Recuperar lo "teándrico" -esto es: lo que es divino y humano a una vez- equivale a devolver al primer plano el misterio trinitario, como algo central en la pura vida del hombre. Es una "estructura teándrica" porque implica el designio del Padre de crear, adoptar y salvar a la humanidad en su Hijo, que es Dios y Hombre. Hasta la razón de ser de la Iglesia está implicada en esto. No se trata de un mero reto teológico, puramente especulativo. Lo que se ventila es conseguir que, así, el misterio cristiano -porque seguirá siendo un misterio por siempre jamás- pueda volver a ser la matriz histórica y cultural de la civilización, como comenzó a serlo hace veinte siglos. Ahondar en esa línea sí sería una tarea creativa para un hombre como Juan José Tamayo Acosta, cuyo trabajo merece el deseo de que sea no sólo certero en sus ideas, sino además eficaz.