Image: Poder y debilidad

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Ensayo

Poder y debilidad

Robert Kagan

24 abril, 2003 02:00

Robert Kagan. Foto: M.R.

Traducción de Moisés Ramírez. Taurus, 2003. 160 págs, 15’20 euros

"Ha llegado el momento de dejar de fingir que Europa y los EE.UU. comparten la misma visión del mundo o incluso que viven en el mismo mundo". Robert Kagan va al grano desde la primera línea. Mark Twain le habría felicitado por su claridad y concisión.

Según Kagan, los EE.UU., por su poder militar sin rival, viven hoy en un mundo anárquico y hobbesiano, de buenos y malos, donde los conflictos se resuelven por la fuerza, mediante la coerción, prescindiendo del derecho y de las instituciones internacionales cuando convenga. Europa, en cambio, por su debilidad militar y su experiencia histórica desde mediados del siglo pasado, vive en un mundo kantiano, donde los conflictos se resuelven con negociaciones, el derecho y las organizaciones internacionales, la diplomacia, la presión económica y comercial. El proceso es igual o más importante que los resultados.

"Este es el motivo de que hoy... los estadounidenses parezcan de Marte y los europeos de Venus", añade. "Unos y otros cada vez se entienden peor". Es imposible hacer un psicoanálisis tan provocador en tan pocas páginas de un matrimonio tan complicado como el de Europa y los EE.UU. desde la segunda guerra mundial. Como Fukuyama en el 89 con El fin de la historia y Huntington en el 93 con El choque de civilizaciones, su último libro es la ampliación de un artículo publicado el pasado verano por "Policy Review", de la Hoover Institution. Ex redactor de discursos del secretario de Estado G. Shultz en la Administración Reagan y uno de los mentores de la actual Administración Bush, Kagan es un firme defensor de la escuela realista de las relaciones internacionales, pero en este libro adopta la posición de un observador neutral. Basta con leer uno de sus artículos mensuales en el "Washington Post" o sus colaboraciones en el "Weekly Standard", muchas firmadas con W. Kristol, otro destacado neoconservador, para darse cuenta de que esa neutralidad es sólo un disfraz para hacer más digerible su defensa del giro radical de los republicanos en la política exterior y de seguridad.

El abismo entre Europa y los EE.UU., asegura Kagan, no empieza con Bush hijo, ni siquiera con el 11-S, sino con la caída del muro de Berlín, al que siguen las intervenciones de Bush padre en Kuwait, Panamá y Somalia, el fin de la URSS y las acciones de Clinton en los Balcanes, contra el ABM (misiles antibalísticos), Kioto y el Tribunal Penal Internacional. Rompe tabúes, matiza y corrige algunos excesos del artículo, y aclara malentendidos, pero Europa y los EE.UU. no son tan monolíticos como el brillante Kagan piensa. En cuanto a la paz kantiana que cree ver en la nueva Europa, para nuestra desgracia se pare-
ce más a la Commonwealth de Hobbes que al paraíso perdido de Milton.