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Ensayo

Non olet

Rafael Sánchez Ferlosio

12 junio, 2003 02:00

Rafael Sánchez Ferlosio. Foto: Archivo

Destino, 2003. 300 páginas, 22 euros

A sus 76 años, Sánchez Ferlosio debe de estar más que harto de volver a ser el hijo de Sánchez Mazas, el miope cofundador de Falange Española, salvado de morir fusilado por la incompetencia del Ejército Republicano, y convertido por Javier Cercas primero y por Fernando Trueba después en protagonista de la novela/película Soldados de Salamina.

Fracasado arquitecto, como deja entrever en este volumen, su vida literaria e intelectual es tan temprana como singular. En 1951 publica Industrias y andanzas de Alfanhuí, y en 1954 gana el Nadal con su mítico El Jarama. En esos años contribuye a poner en marcha la "Revista Española", que aglutinó a buena parte de las mejores y jóvenes cabezas de la época. En 1986 vendría El testamento de Yarfoz, con la que establece el tercer punto sobre el que se apoya el plano de su exhibición de libertad y creación literaria.

Como ha señalado Jordi García en una excelente revisión de la obra de Ferlosio, el ensayo ha sido una preocupación constante de nuestro autor desde que en 1949 publicase en la revista "Alférez" un artículo en el que predicaba la necesidad de una moral trascendental kantiana. Desde entonces ha ido construyendo una obra ensayística de grandes dimensiones caracterizada por su independencia de criterio y por una, en ocasiones, oscura farragosidad fuera incluso del alcance de lectores pertrechados de tiempo y sabiduría. Si en su libro Las cajas vacías se despacha contra los gastos y la arrogancia de la Exposición sevillana de 1992, en El alma y la vergöenza critica las manipulaciones de la prensa. En el entretanto, ha ido publicando decenas de artículos.

En este su último ensayo, Ferlosio dibuja un fresco de la vida cotidiana a través de veintidós artículos unidos, en parte, por la crítica a la noción de trabajo como mística de la vida humana. Arremete contra las distintas visiones marxistas -y protestantes cabría añadir- del trabajo como valor humano central, y de paso hace explotar opiniones "políticamente correctas" sobre distintos aspectos de la creciente mercantilización de la vida cotidiana.

La comercialización actual de la belleza femenina le sirve a Ferlosio para reflexionar en torno a la mujer como producto industrial que se fabrica en determinadas instancias del negocio de la moda. Las "azafatas" de distintos eventos, la playa, el cine y los anuncios proporcionan a Ferlosio los mimbres con los que va construyendo su texto. El consumismo aupado por la necesidad de producir a toda costa y la globalización desbocada aportan el resto de los argumentos a una visión culta, divertida y también exasperada del mundo actual.