Image: Angustia y sentido

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Ensayo

Angustia y sentido

Fernando Ojea

26 junio, 2003 02:00

Fernando Ojea. Foto: M.R.

Miguel Gómez Ediciones. Málaga, 2003. 428 páginas, 24 euros

Desde el célebre texto de Kierkegaard la angustia se ha instalado regiamente en la filosofía como una de las experiencias radicales que nos permiten acceder a todas las paradojas del ser y del fundamento, como la atestigua la filosofía de la existencia, desde Ser y tiempo de Heidegger hasta El ser y la nada de Sartre.

Pero el tema ha sido objeto de intensa atención por parte de Freud, que le consagró un importante ensayo tardío. Y se revela por tanto como uno de los principales nexos de diálogo y encuentro entre filosofía y psicoanálisis. Este es el contexto en el que puede situarse el libro de Fernando Ojea, quien alterna su dedicación filosófica con su interés comprometido con el psico- análisis de origen freudiano, siendo de todos modos la fenomenología de ascendiente husserliano lo que determina y decide su método de aproximación a esa experiencia radical que es la angustia. Se recrea ésta del mejor modo, dejando que resplandezca toda la problemática filosófica de la verdad y del sentido, en dialéctica nunca resuelta con la no-verdad y el sin-sentido.

Y es que quizás hoy no nos acercamos a los grandes temas de la ontología y metafísica por la vía directa que pueda concudirnos al ser, al fundamento, o al sentido, sino a través de esa línea de sombra (en términos de Conrad) según la cual se esclarece lo mismo, pero de forma más honda y radical, en y desde la toma de posición y de palabra de la nada, del sin-fundamento o de la pérdida del sentido. Esta es la vía torcida, pero fecunda, que Ojea nos propone, en una impecable prosa conceptual escrita con pulso excelente y con calado filosófico. A esa luz se esclarece el carácter revelador de la angustia en referencia a la nada. Y esa nada es la catapulta que devuelve la angustia desde ese objeto ausente y siempre en falta a un sujeto que de este modo, en esa experiencia radical que es la angustia, aquejado por aquello que la produce (a saber, nada) se constituye. O mejor, se reconstituye una vez se han asumido todos sus posibles cuestionamientos.

El libro de Ojea figura ya desde ahora entre los buenos tratados que en nuestra lengua pueden mostrarse en el ámbito de la más estimulante filosofía (esa en la cual la buena prosa no se arredra en su tarea de elaborar y forjar conceptos).

Se trata de aquella forma de entender la filosofía que sigue la ruta indicada por las experiencias radicales.Estamos ante una prueba más de que también en lengua española cabe elaborar con la mayor dignidad un discurso filosófico que sabe ser radical, y que levanta el vuelo por encima de los lugares comunes, o de las referencias a lo más obvio; o que entiende que la filosofía puede seguir los pasos complejos, pero apasionantes, de esa vía de la verdad que nunca acaba de ser tapada ni oscurecida por los reclamos de la vía de la opinión (por usar la célebre bifurcación con la que funda el discurso filosófico nuestro ancestro originario, el gran Parménides).