Image: Fundaciones jesuíticas en Iberoamérica

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Ensayo

Fundaciones jesuíticas en Iberoamérica

Luisa Elena Alcalá

17 julio, 2003 02:00

Interior de la Fundación Jesuita en Guanajuato

El Viso. Madrid, 2003. 408 páginas, 108 euros

Los estudios generales sobre el arte iberoamericano siguen suponiendo un reto formidable, dadas la amplitud y diversidad de una empresa que se desarrolló en una geografía de escala continental, a lo largo de tres siglos y a través de un discurso formal que se extiende desde las maneras tardías del gótico y del mudéjar hasta el código neoclásico, pasando por los repertorios renacentistas y barro- cos, con formas y tipologías "enriquecidas" por su mestizaje con componentes y soluciones indígenas.

El handicap es tan marcado que aún seguimos considerando no superada la Historia del Arte hispanoamericano, de Angulo íñiguez, publicada entre 1945 y 1956. Desde esta perspectiva se subraya el interés de la Biblioteca Mundo Hispánico, que promueve la Fundación Iberdrola y edita El Viso, que en los últimos años ha estampado estudios de conjunto rigurosos y sintéticos sobre catedrales y monasterios del Nuevo Mundo. Luisa Elena Alcalá (Buenos Aires, 1968), criada y formada en Nueva York, lleva seis años viviendo en España y colaborando en proyectos sobre arte colonial, como las exposiciones Los siglos de oro en los virreinatos de América (Madrid, 1999) y El país de Quetzal, Guatemala maya e hispana (Madrid-Viena, 2002). La autoría y coordinación de este estudio (con colaboración de Gauvin A. Bailey, Clara Bargellini y Luis E. Wuffarden) dan pruebas de su noble ambición y capacidad, presentando una matizada visión globalizadora del proceso que la Compañía llevó adelante en sus cuatro provincias jesuitas iberoamericanas: Brasil, Nueva España, Perú y Paraguay entre 1549 y 1767, hitos de su llegada a Iberoamérica y de su expulsión, cuando la Compañía quedó despojada de sus bienes, "sin dirección que la orientara ni casa que la albergase".

El libro se estructura en dos partes. La primera presenta un estudio sobre la acción misionera y la actividad pública que los jesuitas llevaron a cabo desde México al Cono Sur a través de sus fundaciones (que en las ciudades fueron iglesias, colegios y noviciados, mientras en la selva eran haciendas o estancias y doctrinas de indios), actividades cuyo espíritu perdura en las manifestaciones constructivas y artísticas de uno de los patrimonios arquitectónicos de mayor entidad del mundo. La segunda parte ofrece un sugestivo recorrido visual, histórico y artístico por treinta y nueve de aquellas fundaciones, documentadas con una excelente selección de reproducciones, en edición primorosa, que hace del estudio un volumen modélico, con diseño de concepción clásica, pero sin renunciar a las maneras nuevas de entender los libros enlazando con el orden visual actual de los media.

Clave del éxito de la Compañía fue el insertar su acción pastoral y educativa en la cultura local. Mezclando universalidad y localismo, se originó una atmósfera particular en las fundaciones jesuíticas, distinguiéndolas de las instituciones de las órdenes mendicantes. Esta particularidad hizo que se diluyera en Iberoamérica el distintivo modo nostro de la arquitectura jesuítica europea -plantas de Vignola y alzado de fachadas de della Porta-, añadiéndose a las iglesias torres laterales según los usos portugueses, al tiempo que los materiales, mano de obra disponible y medidas para combatir los terremotos, determinaban marcadas diferencias. Asimismo la unión de calidad y funcionalidad constituyó la piedra angular del arte constructivo jesuítico americano. El amor al ornamento y a los efectos de riqueza y teatralidad fue otro de sus rasgos caracterizadores.

La edad de oro de las fundaciones jesuíticas se produjo desde mediados del XVII hasta los días de su expulsión en el XVIII, determinando el barroco como lenguaje preferente. El libro documenta un entramado de actuaciones apasio-
nantes por sus peripecias internas y sus conflictivas dimensiones sociales, sin que su condición de síntesis impida el detenerse en relatar las obras castellanas, sevillanas, flamencas y romanas que se importaban, y el recordar a los protagonistas responsables de la abundante producción propia, debida a arquitectos, pintores y escultores de la Compañía, siempre distinguida por su carácter polifacético. El resultado es un libro cuyo interés visual se solapa sobre la urdidumbre de un relato histórico vivificado por pasiones y sorpresas.