Image: El corazón aventurero

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Ensayo

El corazón aventurero

Ernst Jönger

4 septiembre, 2003 02:00

Ernst Jönger. Foto: Archivo

Trad. E. Ocaña. Tusquets. Barcelona, 2003. 222 páginas, 14 euros

Testigo privilegiado de todo un siglo, de sus convulsiones anímicas y materiales, de sus proezas y espantos, al escritor alemán Ernst Jönger (1895-1998) le ha gustado siempre presentarse con un aura de imperturbabilidad y distanciamiento que dota a sus textos de una apariencia inquietante.

Se percibe en ellos una pasión de singular impronta, que sitúa al lector en medio de un íntimo coloquio con experiencias y rincones desacostumbrados del mundo -territorios de caza sutil, los llama a veces Jönger- pero también se detecta una indefinida sensación de aislamiento, como la que deja en la piel el contacto con el insólito ardor del hielo.

Ambos extremos se dan cita, de forma paradigmática, en El corazón aventurero. La obra, que conoció dos versiones -una, en 1929, de tono más expresionista, y otra, ampliada y muy reelaborada, en 1938- atraviesa todo el período de estrechas relaciones de Jönger con los revolucionarios conservadores, contrarios a la República de Weimar, y el movimiento nacionalsocialista. Sus alusiones sobre el particular resultan bastante difusas en la versión definitiva, pero en algunos de los episodios oníricos, de estricta observancia surrealista, que componen esta atrayente galería de "figuras y caprichos", queda de manifiesto que el sentido de la existencia aventurera preconizada por Jönger no sólo desborda el marco biográfico de sus tempranas experiencias en el frente de batalla, sino también el marco ideológico del puro belicismo ensalzado en sus primeros escritos. De hecho, con el título Corazón aventurero, Jönger no pretende tanto adherirse a la herencia de un esteticismo romántico, ya fuertemente contestado por sus consideraciones sobre el nihilismo y la técnica en El trabajador, cuanto permanecer fiel a su insobornable individualismo, rasgo que le iría llevando a adoptar los aires de un anarca emboscado, políticamente algo más que incorrecto, aunque siempre intelectualmente estimulante. Es ese Jönger el que asoma en las páginas de este libro dedicadas a cuestionar una sociedad del bienestar y del consumo utilitario, contraponiendo a su apoltronado discurrir la aventura de explorar pequeños placeres estereoscópicos y dimensiones remotas del lenguaje o de calibrar el efecto de ciertas sustancias alucinógenas en la consistencia de nuestros valores y verdades.

Junto a él, también aparece ahí otro Jönger, no menos intempestivo, a fuer de cercano a los clásicos: sus fascinantes observaciones sobre plantas, minerales o insectos, sus reflexiones sobre el multicromatismo de la naturaleza, fundiéndose en una consideración global sobre los hilos invisibles que ligan a las cosas en flujos armónicos, recuerdan al Goethe naturalista tanto por la minuciosidad de las descripciones como por la fuerza del estilo literario. La potencia narrativa de Jönger, concentrada en el matiz de un instante o de una sensación, en la pregnancia de un objeto o de una anécdota, alcanza aquí una de sus mayores cotas expresivas. Y la cuidada versión de Enrique Ocaña, fino conocedor del pensamiento jöngeriano y digno continuador de la labor de A.Sánchez Pascual como traductor de Jönger, hace justicia al original.