España contra España
Ismael Saz Campos
25 septiembre, 2003 02:00Ismael Saz Campos
El 21 de abril de 1940 se celebró en Valencia una magna concentración falangista (300.000 personas, según cifras de la época), una impresionante demostración de fuerza que esbozaba lo que podía ser una España auténticamente fascista y, sobre todo, intentaba inclinar al régimen de Franco en la línea de una de las familias integrantes.Una evolución posible con el horizonte explícito de la gran revolución nacional en sentido totalitario que se quedó en mero conato. La valoración histórica que Saz hace del evento puede expresarse en términos inequívocos: lo que media entre aquella primavera del 40 y la apatía documentada de los valencianos un año después "es ni más ni menos que el fracaso de todo un proyecto fascista".
¿Por qué no se materializó aquel ambicioso plan de nacionalización fascista si el régimen había liquidado toda resistencia? ¿Era políticamente viable la revolución que preconizaba la Falange o tan sólo un mito elitista? ¿Defendían los epígonos de José Antonio (los Tovar, Ridruejo y Laín en particular) un modelo importado o hundían sus raíces en el sustrato político y cultural hispano posterior al 98? A contestar éstas y otras preguntas de similar calado dedica el autor siete densos capítulos, más un epílogo, que van perfilando la zigzagueante trayectoria del ultranacionalismo falangista dentro del régimen, entendido a su vez como una "dictadura nacionalista" que supuso "el más ambicioso proyecto de nacionalización integral de la España del siglo XX".
La deliberada insistencia en los derivados del concepto de nación nos sitúa en la pista correcta para entender los objetivos del autor. Se trata por encima de todo de un estudio del nacionalismo, de ese nacionalismo español del siglo XX que Saz percibe como factor determinante de nuestros avatares políticos, por más que fuera, en su opinión, vergonzantemente negado por intelectuales y políticos de toda condición. De ahí que el nacionalismo joseantoniano orillara el término y se refugiara en una invocación a España, a secas, y en una metafísica de "unidad de destino en lo universal", frente a la más extendida concepción nacionalista, de cepa rousseauniana, sentimental y democrática.
Aunque el pormenorizado análisis de Saz tiene múltiples derivaciones, puede decirse que su núcleo consiste en dibujar con la mayor nitidez posible, pero también con sus contradicciones, esa aspiración falangista de nación unida en pos de un gran objetivo. Para ello, de modo sistemático, se establecen las diferencias teóricas y se contraponen las propuestas de los dos principales nacionalismos que confluyeron en el franquismo: por un lado el nacionalcatolicismo (Acción Española) y, por otro, el fascista de Falange.
Es cierto que el discurso incendiario del fascismo (revolución, pueblo alerta, imperio) tendría que circunscribirse a mera retórica para sobrevivir en el seno del franquismo. Puede hablarse incluso de una "nacionalización católica del falangismo", pero esto sólo ocurrió en un momento determinado (a partir de 1941-42), como resultado de una serie de acontecimientos que no se pueden pormenorizar aquí, y en ningún caso permite asimilar el purismo radical de Falange con el nacionalismo simplemente conservador y complaciente (castizo y cutre, en terminología de Saz) que terminaría imponiéndose. De hecho, una de las principales aportaciones del libro es la esclarecedora silueta resultante de cada una de esas corrientes, a menudo mezcladas o confundidas en obras de trazo más grueso.
En contraposición a estas últimas el trabajo de Saz se revela como una muestra ejemplar de análisis político, claro sin rehuir la complejidad, atento al detalle sin perder de vista el marco general. Se trata de un estudio riguroso y documentado que, sin negar las implicaciones sobre la actualidad de algunas de las polémicas que retrata (la cuestión de la ordenación territorial por ejemplo), rehuye la tentación "presentista". No hace falta, dice el autor, acudir al oportunismo o a la manipulación, sino desentrañar la realidad con toda su riqueza. Y así, por ejemplo, podremos encontrar que el "legado del ultranacionalismo falangista es mucho más ambiguo y está mucho más por explorar de lo que habitualmente se supone".