Image: Desacralizar la vida humana

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Ensayo

Desacralizar la vida humana

Peter Singer

26 febrero, 2004 01:00

Peter Singer. Foto: Archivo

Trad. C. García Trevijano. Cátedra, 2003. 494 páginas, 25 euros

Para toda la vida, la animal y la humana. ¿Cuál es el perímetro de la moralidad? ¿El ser humano única y exclusivamente, o todos aquellos sujetos capaces de sentir placer y dolor? La respuesta más clásica ha sido la primera.

En estas últimas décadas, sin embargo, han cundido las voces que claman por una ampliación del reino de la moralidad, de modo que cubra no sólo a los seres humanos sino a todos los seres vivos, o al menos a todos aquellos capaces de sentir placer y dolor. Peter Singer es uno de ellos, uno de los más destacados.

La idea de ampliar el reino de la moralidad a los animales hubiera sido motivo de hilaridad en nuestro medio hace muy pocas décadas. Hoy es diferente. Todos nos hemos vuelto un poco ecologistas, y bien que mal hemos ido aceptando que los equilibrios de la naturaleza son esenciales para la propia supervivencia del ser humano, y que éste no puede verse como algo desligado de su contexto.

Nacido en Australia de padres emigrantes, judíos austriacos, Peter Singer se ha formado en la tradición utilitarista británica, que va desde Bentham hasta Hare. De ambos ha recibido claras influencias, elaborando a partir de ellos su propia concepción de la ética, basada en el principio de igual consideración de los intereses de todos los afectados, animales o seres humanos. Todo organismo capaz de sentir placer o buscar la felicidad tiene intereses, por más que sólo los seres humanos sepamos conceptuarlos. Esto le lleva a Singer a decir que todos tienen derechos, aunque sólo los humanos tengan deberes. No se trata, pues, de negar la singularidad ética de la especie humana, pero tampoco de absolutizarla. El punto más discutible de la obra de Singer es su postura respecto a los seres humanos con baja o nula capacidad de sentir placer o dolor. Su tesis es que los fetos humanos, e incluso los recién nacidos, y desde luego los pacientes en estado vegetativo y quienes padecen demencias muy avanzadas, tienen menos sensibilidad que ciertos animales, y que por tanto no poseen más derechos que ellos. Esto le ha causado graves problemas. En cualquier caso, el disentimiento en este punto concreto, por importante que sea, no puede anular una obra que tiene muchos más registros y se halla dotada de una enorme fecundidad interna.

Hay un punto que merece ser destacado. Singer considera que los intereses de todos deben de tener el mismo valor. Esto, indudablemente, no se cumple en el caso de los seres humanos. De hecho, el primer mundo dilapida recursos, en tanto que el tercero no puede satisfacer sus intereses más perentorios. Singer ha sido y es uno de los grandes denunciantes de esta situación, no sólo mediante sus escritos y su actividad docente, sino también en la práctica. Pocos conocen que dona un veinte por ciento de sus ingresos para remediar el actual estado de cosas. Su tesis es que tenemos obligación de donar todo aquello que nos sobre una vez satisfechos nuestros intereses básicos. Es un punto sobre el que conviene meditar.

Este libro es una selección de textos entresacados de la amplísima producción de Singer, por la que ha sido durante años su colaboradora en la Universidad de Monash, en Melbourne, Helga Kuse. El título castellano, "Desacralizar la vida humana", es algo confundente. El original dice Unsanctifying Human Life. Hace falta poco análisis para darse cuenta de su carácter impropio. La vida humana no es santa, en cualquiera de los sentidos que el término tiene en castellano. La frase de Séneca dice que es sagrada: homo homini res sacra. Tiene sentido desantificar la vida humana, pero no sé si lo tiene desacralizarla. La obra de Singer podría verse como un intento de sacralizar la vida en su conjunto.