Image: El fundamentalismo democrático

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Ensayo

El fundamentalismo democrático

Juan Luis Cebrián

26 febrero, 2004 01:00

Juan Luis Cebrián. Foto: J. L. Pino

Taurus. Madrid, 2004. 182 páginas, 14 euros

Se ha construido este libro con materiales de aluvión que proceden de conferencias e intervenciones de Juan Luis Cebrián en distintos foros. Once textos sedimentados a modo de trinchera contra José María Aznar, el PP y sus aliados mediáticos.

En El futuro no es lo que era. Una conversación (Aguilar, 2001), Cebrián adelantaba, en su diálogo con Felipe González, lo que en esta entrega constituye el centro de la argumentación. En la primera pregunta a González, Cebrián afirma: "La política del consenso, y la historia de la transición española, están en entredicho. […] el PP ha puesto de relieve una manera diferente y nueva de hacer política que generó, ya en su día, una auténtica fractura social".

En El fundamentalismo democrático Cebrián categoriza y estructura su tesis según la cual Aznar, a la cabeza de la derecha española, ha regado de odio y rencor la vida política y cultural. Cebrián comienza por situar al lector en la guerra de Iraq para, a continuación, acuñar el término "fundamentalismo democrático". El capítulo segundo,"Mesianismo, populismo,
autoritarismo" es, conceptualmente hablando, el más denso. Cuando Cebrián traslada términos como fundamentalismo o integrismo a la realidad española está forzando los conceptos. Fundamentalista es un anglicismo que procede de la voz inglesa fundamentalist, corriente del puritanismo protestante de los años veinte. El concepto ha evolucionado hasta designar cosmovisiones teocráticas.

Cebrián sitúa a la política del PP en el yunque del "fundamentalismo democrático" y ahí, sobre esa antinomia, golpea sin importarle demasiado que aquí todo el mundo vote, si exceptuamos algunos lugares del País Vasco, con entera libertad. Esta crítica a la intolerancia del conservadurismo español queda envuelta en los siguientes capítulos en una reflexión en torno a "España como problema". Aquí Cebrián enlaza con los regeneracionistas del 98 y las polémicas derivadas de la Guerra Civil en los textos de los Américo Castro o Sánchez Albornoz. A su pesimismo cabe contraponerle la esperanza de un Luis Araquistain, que contempla, desde el exilio, una España mejor en la que la educación, como reclama Cebrián, ha de desempeñar un papel de importancia creciente.

A lo largo del libro Cebrián deja caer distintos hachazos sobre personas e instituciones. Es malévolo el que dedica a los descendientes de Lorca, , a los que llama "inciviles" por no desear recuperar los restos del poeta, pero el más insistente es el que va dirigido a la "pléyade de periodistas" que llevaron a Aznar a la Moncloa. Como recuerda Iliá Ehrenburg en sus memorias sobre la República, nunca se había tropezado con periodistas tan pagados de sí mismos como en España.