Image: En busca de la Edad Media

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Ensayo

En busca de la Edad Media

Jacques Le Goff

13 mayo, 2004 02:00

Jacques Le Goff

Trad. G. Andujar. Paidós. 157 págs. 11 euros.¿Nació Europa en la Edad Media?. Trad. M. J. Furio. Crítica. 233 págs, 17 euros

Desde la constitución de la unidad europea o de sus sucesivas ampliaciones, han proliferado los estudios que buscan las raíces históricas de la entidad que pueda identificarse con dicha denominación.

Rodríguez Adrados, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, ponía el acento en la aparición del término Europa como parte integrante de los mitos originarios de la civilización griega, en los que se refiere a la hija de Agenor, rey fenicio, raptada por Zeus, que había adoptado la forma de un toro. El rapto de Europa constituye sin duda un mito de gran capacidad de reproducción a lo largo de la cultura europea. A veces se ha insistido en que el mito define el carácter de dicha cultura, que ha desarrollado su personalidad única sobre los fundamentos genéticos del mundo oriental. De todos modos, si el mundo griego, por su característica heterogeneidad, era difícil de transformar en modelo de un concepto que se quiere homogéneo, los clasicistas acuden alternativamente al que se considera el primer modelo de estado unitario, concebido así ya por teóricos del estado renacentista, el Imperio romano. Sin embargo, resulta más frecuente fijarse en realidades históricas en las que las entidades ahora protagonistas de la política europea presentan ya alguna forma de prefiguración.

La posición adoptada por Jacques Le Goff se caracteriza por considerar la Edad Media, en su larga duración, como el crisol de un largo proceso en que la Antigöedad abre paso a la consolidación de algunos aspectos significativos que se han definido como los propios para configurar la realidad histórica que en la actualidad se pretende como fundamento de la unidad europea. Se trata de un problema historiográfico, que se vincula a los movimientos renacentistas que crearon tanto el concepto de Edad Media como el modelo de la Antigöedad como época digna de recuperarse. La realidad es que el concepto de Renacimiento puede emplearse para definir todos los momentos históricos en que los seres humanos pretenden vincularse a un pasado que les resulta prestigioso. Los griegos del siglo VIII pretendieron recuperar el mundo de los héroes y la historiografía reciente llama a ese momento el Renacimiento del siglo VIII a.C. Jacob Burkhardt, en el XIX, definió la cultura europea contemporánea como fruto del Renacimiento italiano, que recuperaba para la nueva Europa los valores de la Antigöedad.

Jacques Le Goff se enfrenta a esta cuestión en los dos libros recientemente traducidos. En el primero, en una entrevista con J.-C. de Montremy, se extiende sobre todos los conceptos básicos que operan en su labor como historiador, sobre todo en el que sirve para definir la Edad Media como instrumento de análisis de una realidad compleja. Para ello se interna en aspectos como el de la periodización, relacionados específicamente con los mitos que rodean el año mil. En el segundo, más ambicioso, repasa una realidad unitaria en su larga duración, en aplicación de los métodos que definen la escuela francesa de los Anales en su evolución, desde las tradiciones de Marc Bloch hasta las obras más recientes, capaces de llegar al gran público, de historiadores como Georges Duby. Con esta trayectoria de la historiografía francesa del siglo XX, en la que se inserta Le Goff, puede deducirse que la obra se halla integrada en las líneas más sobresalientes del medievalismo reciente, el que, sin abandonar nunca el rigor científico, ha conseguido llegar a un amplio número de lectores en todos los países de tradición cultural europea.

Jacques Le Goff sabe que no es posible fijar un momento histórico en que la realidad europea esté ya presente, ni siquiera la época de Carlomagno, figura que se ha erigido en símbolo político de la unidad, por su localización geográfica e histórica entre lo romano y lo germánico. Como la misma Edad Media dentro de su visión total de la historia, que tiene en cuenta la sociedad, la economía y las mentalidades, el concepto de Europa fundamentalmente histórico, es decir, dinámico y cambiante. Desde la perspectiva actual, con ánimo de acentuar sus aspectos positivos, Europa sólo debe entenderse como lugar de diálogo y de entendimiento y como símbolo de los deseos de paz de sus poblaciones.