Image: Sexo y carácter

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Ensayo

Sexo y carácter

Otto Weininger

13 mayo, 2004 02:00

"Judith", de Klimt, simbolo de la Viena decadente que describe Weininger

Trad. Felipe Jiménez de Asúa. Losada, 2004. 537 págs, 25 euros

En octubre de 1903, cinco meses después de la aparición de este volumen, Otto Weininger se disparaba un tiro en la habitación que había ocupado Beethoven en Viena, ciudad en la que transcurrió una vida que ve la luz en 1880.

A su entierro asistieron, al menos, dos genios vieneses y de familia judía como él: : Ludwig Wittgenstein (1889-1951), filósofo de primera magnitud, y Stefan Zweig (1881-1942). Ambos estaban allí porque, pese a su juventud, Sexo y carácter les había fascinado.

Wittgenstein y Zweig no fueron los únicos lectores excepcionales de un libro como éste, ahora ya un clásico, que ha tenido un enorme éxito en culturas y lenguas muy distintas. Weininger debe su influencia a dos razones básicas. La primera, el hecho de tratar con un desparpajo desprovisto de toda hipocresía problemas esenciales al horizonte de pensamiento que marca la crisis finisecular europea. La segunda razón radica en que pese a la juventud de su autor, poco más de veinte años, revela una erudición inmensa. Esta traducción ha prescindido por razones de manejabilidad de las "más de 130 amplias páginas de notas" de la edición alemana utilizada para su traducción al español.

Sobre un fondo de crisis de valores que Nietzsche representa a la perfección, Sexo y carácter aborda la relación entre los sexos desde una línea marcada por Carl von Westphal, Magnus Hirschfeld, Havelock Ellis, Freud o Richard von Krafft-Ebing. Dicha perspectiva pretende aclarar, en primer término, la naturaleza de la mujer y su posición en relación con el hombre y la sociedad. En un segundo momento, el intento de Weininger será, como el de sus contemporáneos recién nombrados, aclarar el carácter de las otras piezas que se articulan en relación a lo masculino y lo femenino: la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad y los llamados estados sexuales intermedios, tan bien iluminados años después por Gregorio Marañón. La opinión de Weininger sobre las mujeres está anclada a su época. Pese a sus finos matices y su erudición, hoy causaría escándalo. Probablemente sería llevado a los tribunales y no podría dar clase en ninguna facultad de Psicología.

El segundo gran problema del que se ocupa Sexo y carácter es el de la situación de los judíos en una Europa Central cuyo Imperio Austro-Húngaro comienza a dar señales de desmoronamiento. Si su reflexión sobre las mujeres le ha etiquetado como misógino, su texto sobre la cuestión judía se ha calificado de antisemita. Ya en las conclusiones de este libro escribe: "El problema de la mujer y el problema judío son idénticos al problema de la esclavitud, y deben ser resueltos del mismo modo que éste. Nadie debe ser oprimido, aun cuando únicamente en la opresión se sienta bien". Pese a que Weininger afirme literalmente que "la mujer y el hombre tienen iguales derechos" para, a continuación, añadir que eso no quiere decir que se conceda a las mujeres "participación en el poder político", su tesis básica es que frente a las mujeres, los hombres conforman una racionalidad superior y frente al judaísmo, el cristianismo encarna una moral de rango más elevado. Repleto de observaciones agudas e intempestivas, este volumen es un excelente testigo de una época.