Durâo Barroso, ex primer ministro portugués y actual presidente de la comisión europea

La idea de la integración de España en Europa ha cobrado una especial actualidad con ocasión de los últimos cambios políticos, que algunos han presentado como la oportunidad para un retorno a una supuesta y perdida armonía europea.

Por otros, en cambio, ha sido vista como una simple entrega a los intereses de Francia y Alemania. La causa europea, en definitiva, ha sido utilizada como palestra de las cuestiones políticas internas, lo que no habría sido posible si no hubiera existido una larga tradición de situar en el horizonte europeo buena parte de nuestras esperanzas de cambios políticos.

El libro de Julio Crespo Mac-Lennan, fruto de una tesis presentada en la Universidad de Oxford, constituye una buena guía para seguir los pasos de ese esfuerzo de integración que, tras el desenlace de la segunda guerra mundial, parecía imposible por la incompatibilidad entre las potencias victoriosas y el régimen dictatorial establecido por el general Franco. Sólo las conveniencias de la Guerra Fría, especialmente para los gobernantes de los países anglosajones, permitieron una cierta normalización de la situación, que culminaría con el ingreso de España en la ONU en diciembre del año 1955. En cualquier caso, el régimen franquista quedaría al margen del sistema de seguridad europeo (OTAN, 1949) y de las iniciativas de integración económica que se desarrollaron en el continente a partir de 1951 y que culminarían en el Tratado de Roma de marzo del año 1957.

Europa se convirtió así, desde los compases iniciales del régimen franquista, en piedra de toque de la capacidad de reforma del sistema, y la demanda española de adhesión a la Comunidad Europea, realizada en febrero de 1962, estuvo siempre ligada a una efectiva democratización de las instituciones. Esa fue la situación de partida y no se alteró significativamente con el acuerdo preferencial de 1970. Todo cambiaría, lógicamente, tras la muerte del general Franco pero aún hubo que recorrer un largo camino antes de llegar a la deseada meta con la firma del tratado de adhesión en junio de 1985. Crespo MacLennan ha seguido esta larga trayectoria por medio de una notable acumulación de testimonios publicados, de fuentes secundarias bien conocidas, y de alguna documentación original, especialmente del Ministerio de Asuntos Exteriores español. También ha recurrido a las entrevistas con algunos destacados participantes en aquel proceso, casi todos ellos españoles.

El resultado es una crónica -casi periodística en sus compases finales- de ese largo proceso en el que el autor quiere ver una clave decisiva en el proceso de modernización español. Así lo fue desde los años del franquismo, como pusieron de manifiesto las diferentes iniciativas de la oposición que eligieron a Europa como campo de batalla contra el régimen. En realidad, también lo fue en el interior del propio regimen, ya que la opción sobre Europa no era en absoluto inocente y comportaba cambios estructurales que no todos los sectores del franquismo estaban dispuestos a respaldar, y derivarían en confrontaciones enconadas entre diversas familias políticas. Los elementos y los protagonistas más significativos de esos años quedan claramente descritos en España en Europa. 1945-2000. Del ostracismo a la modernidad, un libro que se cierra con un horizonte optimista de la España de comienzos del tercer milenio.

Las referencias finales a España como una nación "imperecedora" y el hecho de que el último dato cronológico del libro se refiera a la firma del Tratado de Niza son indicativos de cómo los caminos de la historia se recorren, a veces, con un ritmo acelerado.