Image: La Francia española

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Ensayo

La Francia española

Jean-Frédéric Schaub

4 noviembre, 2004 01:00

Hyacinthe Rigaud retrató así a Luis XIV de Francia

Trad. Alicia Martorell. Marcial Pons. Madrid, 2004. 326 páginas, 31 euros

Nos hallamos ante uno de los libros de historia más importantes de los últimos meses. Un historiador francés, aunque con fuertes lazos con España, plantea de forma absolutamente novedosa el viejo tema de las relaciones hispano-francesas, abordando un aspecto esencial del mismo: la presencia de España en Francia, la influencia y valoración de su cultura, el influjo del modelo político hispano de los siglos XVI y XVII en el absolutismo francés.

Si en España han predominado los planteamientos dicotómicos, fruto en buena parte de la leyenda negra y el influjo negativo de las ideas del aislamiento y la especificidad hispana -ampliamente cultivadas por las circunstancias políticas del siglo XIX y buena parte del XX- en Francia, como resultado de su historiografía nacionalista, ha arraigado con fuerza la concepción de la excepcionalidad y el carácter fuertemente nacional del absolutismo francés, que daría lugar luego a otros desarrollos históricos genuinos y modélicos. Frente a ambas tendencias, Jean Frédéric Schaub muestra la complejidad de de las interacciones entre ambos países. Se basa para ello en el estudio exhaustivo de un amplio elenco de fuentes: obras literarias, libros de viajes, estudios históricos, tratados políticos, necrologías,... que le sirven para analizar la influencia de España en Francia, partiendo del principio de que las transferencias culturales son fenómenos de naturaleza política. El periodo en el que centra su atención es el siglo XVII, en el que Francia, después de la paz de los Pirineos (1659) tomó el relevo de España en la hegemonía europea; pero antes, analiza con detalle la presencia de la cultura española en la Francia del siglo XIX, la fase histórica en que se construían las historias nacionales. Repasa así las obras de los grandes historiadores decimonónicos, y entre ellos Ernest Lavisse, Edgar Quinet, Jules Michelet, Henri Hauser, o el historiador de la literatura Philarète Chasles. Lo sorprendente es que el conocimiento de España era mucho más intenso entonces de lo que habría de serlo con posterioridad. Buen número de los historiadores que forjaron la historiografía nacional francesa "no se privaron de reconocer lo mucho que la Francia del Grand Siècle debía a la España del siglo de Oro. Comprendieron, mejor que sus herederos del sigo XX, que Versalles no solo había suplantado a El Escorial, sino que también había asumido, en su continuidad, la dirección de la catolicidad militante. La Francia que humillaba a España en los campos de batalla, al mismo tiempo acogía su novela, su teatro, es decir, su lengua, una parte de su espiritualidad, sus proyecciones escatológicas". Y todo ello, precisamente en los momentos en que se fijaban con más fuerza, en Francia, algunos de los tópicos de la leyenda negra más negativos hacia España. Mientras Felipe II era representando en los teatros como un monstruo, los historiadores estudiaban el paralelismo entre él y su descendiente Luis XIV.

Ambos elementos, en apariencia contradictorios, ilustran sobre la ambivalencia de las relaciones entre los dos países. La mezcla de amor y odio, fascinación y rechazo está presente en muchos de los autores franceses del siglo XVII, que Schaub repasa minuciosamente, como el dramaturgo Corneille, el abad de Saint-Réal, el escritor Jean-Pierre Camus y una larga nómina de ellos. En el trasfondo, está la lucha entre ambos países por la dirección del mundo católico, a cuyo frente la Francia del siglo XVII sustituye a España. La revocación del edicto de Nantes en 1685, que expulso de Francia a los protestantes, o los intentos de Luis XIV por acceder a la dignidad imperial, adquieren en esta perspectiva una importancia fundamental, lo mismo que la influencia en el país vecino del catolicismo contrarreformista, mayor de lo que se ha considerado. Pero la propuesta de esta Francia española no pretende sustituir a la idea de la "Francia francesa", sino complementarla, reconstruyendo esta dimensión "olvidada o menospreciada", para un mejor conocimiento de las relaciones entre ambos países.