Image: La tentación de lo imposible

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Ensayo

La tentación de lo imposible

Mario Vargas Llosa

11 noviembre, 2004 01:00

Mario Vargas Llosa. Foto: Mercedes Rodríguez

Alfaguara. Madrid, 2004. 226 páginas, 16’50 euros

Para vencer la tentación de lo imposible, nada mejor, según Mario Vargas Llosa, que sucumbir ante ella recurriendo a la ficción literaria, actividad inocua en las sociedades democráticas, pero intuida como sumamente desestabilizadora por todo tipo de dictaduras.

Leer hoy Los Miserables de Victor Hugo, la última de las grandes novelas románticas y por ello un tanto anacrónica ya, no debe, en este sentido, hacernos olvidar que la Iglesia la incluyó en el índice hacia 1864.

Es admirable la pasión que Mario Vargas Llosa pone en su lectura de Los Miserables. Como es bien sabido, no falta en su vasta producción una línea ensayística con hitos de tan pertinente recuerdo como su libro sobre García Márquez (1971), su estudio sobre Madame Bovary -obra cinco años anterior a Los Miserables y sin embargo tan volcada ya hacia la evolución posterior del género-, sus ensayos sobre la novela moderna que tituló, en 1990, La verdad de las mentiras, o, por caso, sus Cartas a un joven novelista, de 1977. Para el autor de La ciudad y los perros la vocación literaria no es un pasatiempo, sino una dedicación exclusiva y excluyente que le exige no sólo crear literatura, sino también, en cierto modo, hacer proselitismo. Además, en textos como los antes citados, al tratar de otros autores y obras Vargas Llosa está a la vez ofreciéndonos claves imprescindibles para la cabal comprensión de las suyas propias, como sucede también con sus estudios sobre Tirant lo Blanch, o con Historia secreta de una novela (1971), en donde desvela el proceso creativo de La casa verde.

En esta línea hay que encuadrar el libro que ahora aparece, que por una parte nos ilustra con una inteligente crítica de Los Miserables a más de ciento cincuenta años de su primera ideación por parte de Hugo, y por otra viene a reiterarnos algunos de los postulados fundamentales del escritor peruano sobre el arte de la novela. En este sentido, junto al recurso a piezas destacadas de la bibliografía sobre el romántico francés, Vargas Llosa no se deja vencer por el pesado lastre de la terminología narratológica sino que, por el contrario, alumbra expresiones tan brillantes como fueron en su momento "historia de un deicidio", "la orgía perpetua" o "la verdad de las mentiras" para trabar el cuerpo de su concepción teórico-práctica de la novela.

A este respecto, yo destacaría en La tentación de lo imposible el rubro "el divino estenógrafo", acuñado para referirse al narrador omnímodo y autor implícito en el texto, el alter ego que el escritor precisaba para saciar sus ansias de totalidad deicida y erigir un universo cerrado donde lo sublime va de la mano de lo trivial, lo angélico de lo perverso, y lo histórico de lo particular. A este "divino estenógrafo", émulo de aquel narrador que Albérès definía como "un jefe de la policía que tuviese también acceso a los ficheros de la Providencia", se dedica el capítulo inicial, y los seis siguientes abordan otros tantos aspectos de obra tan desmesurada como Los Miserables: desde la fuerza que en ella tiene el Destino o la caracterización de sus personajes a la estructura de la sociedad reflejada, el deísmo de Hugo y su creencia en lo ilimitado del progreso humano. Pero el ensayo concluye con un capítulo que se titula como todo él, en donde, de nuevo, Vargas Llosa reitera su consideración de la novela como summa de la realidad o de las realidades que nuestra condición humana concibe y desearía agotar, al mismo tiempo que sabe de lo quimérico de semejante intento. Victor Hugo fue quien de rescatar a su público, entre el que sobresale el propio Vargas Llosa, de "esa cárcel de alta seguridad que es la vida real" (página 218). Su testimonio como lector no contradice su práctica como autor, sino todo lo contrario, y, casi de soslayo, deja caer un reproche hacia la literatura de hoy, que -dicho en términos piadosos- "tiende a ser intensiva más que extensiva".