José Luis Molinuevo. Foto: Mercedes Rodríguez

Todo libro tiene su erótica. Y el libro desprende sus mejores esencias cuando ésta se nos descubre. Eso es lo que sucede en este excelente libro de José Luis Molinuevo. Cuando advertimos el interés que en el autor provoca la mejor literatura de ciencia ficción nos damos cuenta de que el libro está justificado, y que se orienta por rutas interesantes.

O que nos guía y estimula a quienes somos más legos en la materia, pero siempre abiertos a incitaciones de lectura. Lo cierto es que las partes del libro dedicadas a las obras de Dick, ese creador de obras insignes, de las cuales se conocen sobre todo sus adaptaciones cinematográficas, Blade Runner por ejemplo, son sin duda las más esplendorosas. La figura de Dick se nos aparece excelentemente caracterizada: como un profundo pensador y filósofo que insiste, con toda la razón, en que él no escribe relatos de ciencia ficción sino de filosofía ficción.

Es falso que la filosofía esté agonizante. Sólo que muchas veces florece donde menos podemos imaginar. Y hablo de la única filosofía que verdaderamente importa: la metafísica, la filosofía primera; una filosofía que tiene como uno de sus problemas principales el relativo a la esencia y naturaleza de Dios. En una interesante síntesis del pensamiento filosófico y teológico de Dick, Molinuevo nos muestra una sugestiva reflexión, de gran influencia gnóstica, en la que un Dios que no es omnipotente va orientándose, a través de todas las complejidades y avatares de lo que llamamos historia universal, desde su pura existencia hasta su esencia anhelada. Temas procedentes de Schelling insisten en esta atractiva reflexión. El libro responde a su título: se trata de pensar las nuevas tecnologías en confrontación con la verdad humana del sujeto que las asume e incorpora, más allá de recursos precipitados hacia una superación de lo humano que, queriendo construir lo suprahumano, suele recaer en lo inhumano. Las caracterizaciones del pensamiento postmoderno, y de sus falacias antihumanísticas, componen el pórtico que nos conduce a esas imágenes artísticas y reflexiones críticas en las que -a través de la ciencia o de la filosofía ficción- componen el meollo sustancial del libro. Pero la tesis del mismo es notable, y se reserva para el final. En un inteligente uso de la idea de límite, en diálogo con las filosofías que la han trabajado y concebido, Molinuevo considera que esa idea es crucial y fundamental para instaurar un nuevo humanismo de raíz latina, bien distinto de los humanismos existenciales, o de los supra-humanismos de la Casa del Ser, al estilo heideggeriano.

En este sentido se reclama de Ortega y Gasset, de las tradiciones humanistas del Renacimiento, de Pico della Mirandola a Pérez de Oliva, e inicia un interesante diálogo con la "filosofía del límite" , en particular en el que más le interesa destacar a Molinuevo en este contexto, ética y condición humana.

El libro es necesario y oportuno. El tema está en plena vigencia. Importa destacar en él que ese diálogo se realiza con las nuevas tecnologías, en las cuales importa sobre todo aquéllas de los años noventa que afectan a la información, a la comunicación; y en general a la cibernética; o que tienen en la electrónica su base principal. En este sentido las reflexiones clásicas, las de Heidegger por ejemplo, padecen de cierto envejecimiento; también se descubre la precipitación exagerada de quienes en seguida ven el modo de sugerir el destrozo de nuestro aparato categorial, pero se advierte sin dificultad la falacia sofística que les sostiene. Por ejemplo, los antitéticos Baudrillard y Virilo, que demuestran una pobreza de fondo sobre la cual lanzan sus mediocres juegos de prestidigitación verbal.