En un panorama editorial donde el libro de autoayuda le gana la partida al ensayismo más exigente, resulta desorientador el título de esta obra. Sugiere que se trata de otro ejemplar más de esa especie de textos destinados a resolvernos la vida en quince lecciones. Sin embargo, nos hallamos ante una obra de naturaleza bien distinta, nada anodina, personal, meditada, bien escrita y cuidadosamente editada.

Para empezar, nada en ella responde al simplista esquema pregunta-respuesta que sugiere su título. De hecho, el número ahí aludido constituye una referencia simbólica a la concepción de los biorritmos de los chamanes siberianos, para quienes los estados anímicos del ser humano cambian cada siete años, capacitando para diferentes empeños en cada período de la vida: con el séptimo período, a los cuarenta y nueve años, llega la edad del desprendimiento de intereses que enturbian la visión. Esa es la actitud del autor, que abraza la metáfora de la mirada pura, común al platonismo y a doctrinas orientales, para asomarse a los enigmas del ego y de la realidad exterior al margen de los prejuicios dominantes; en su caso, al margen del cientificismo y su restrictiva codificación del sujeto.

Crítico con las imágenes que la psicología y la sociología ofrecen tanto del individuo como del grupo, Pérez de Carrera busca otros sentidos para lo mentado por términos como alma o inconsciente colectivo. Pero no pretende extraer respuestas concluyentes. Ante un mundo en constante metamorfosis, no cabe sino evocar el modo en que símbolos y arquetipos han sabido aludir al misterio. Tampoco estamos ante un ensayo al uso: hace tiempo que la filosofía abandonó la pretensión de reflexionar ex novo, obviando el contexto histórico de recepción de las ideas. También en esto, aunque de manera más discutible, esta obra reivindica su derecho a ser original.