Image: Una breve historia de casi todo

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Ensayo

Una breve historia de casi todo

Bill Bryson

20 enero, 2005 01:00

Bill Bryson. Foto: Crag

Traducción de J.M. álvarez Flórez. RBA. Barcelona, 2004. 511 páginas, 24’50 euros

Ocurre alguna vez que quien ha de reseñar un libro se siente tentado, por la razón que sea, de entresacar unos cuantos puntos y comentarlos sin otro detenimiento. Lo cual tiene algún riesgo cuando se trata de un libro de ciencia, porque cada detalle tiene su valor y su supresión puede arrastrar la pérdida de matices interesantes.

Viene esto a cuento de que, aunque mi costumbre es leer por entero los libros que comento, ante éste sí que sufrí la tentación de ojearlo sólo por encima: era muy largo, escrito en forma discursiva sin aparentes formalismos técnicos y su autor es un conocido narrador de viajes que, eso sí, había dedicado tres años a imponerse en algunas cuestiones científicas y a contarlas después. Bien podía, me dije, espigar un poco en todo aquello y sacar lo esencial. Pues no: ponerme a leer y no poder ya despegarme del libro, sin saltarme ni una palabra, fue la misma cosa. Quiero decir que el libro está excelentemente escrito y es un modelo de divulgación auténtica, de comunicación del saber de forma apasionante, cuando el rigor científico y el conocimiento de las fuentes no está reñido con un sentido literario del desarrollo, expuesto con atrayente amenidad y en muchos casos de fino humor.

Y ¿qué nos cuenta, qué es el "casi todo" del título? Es la historia del Universo desde que nació hasta el año 2002 que registra, me parece, la última cita. Cómo pasamos -dice- de no ser nada en absoluto a ser algo, luego cómo un poco de ese algo se convirtió en nosotros y también algo de lo que pasó entre tanto y desde entonces. Es un Universo cuya edad no logramos calcular del todo, con una multitud de estrellas cuyas distancias hasta nosotros y entre ellas no podemos conocer, lleno de materia que no somos capaces de identificar, que opera según leyes físicas cuyas propiedades apenas entendemos realmente. Este es el brumoso país por el que nos invita a viajar, a partir del instante mismo en que el Universo empieza a expandirse; y esto lo hace no para llenar un vacío mayor que él en un hipotético espacio preexistente, sino que el único espacio que existe es el que él va creando al expandirse. Paso a paso acaba enfocando hacia una pequeña parte de ese Universo, la Tierra: su tamaño, edad, vicisitudes de su existencia, impactos desde el exterior, vulcanismo, terremotos...; es decir, física, química, geología, hasta llegar a un punto culminante, la vida misma.

Y en cuanto se empieza a hablar de la vida hay muchísimas cosas que no sabemos, entre otras cómo se puso en marcha por primera vez. Sabemos, dice Bryson, formar aminoácidos, ácidos grasos, azúcares y otros compuestos orgánicos pero, después de medio siglo de estudios, no estamos más cerca que antes de sintetizar la vida. El problema no son los aminoácidos sino las proteínas y ése aún no hemos empezado a emprenderlo: no es raro que hablemos del milagro de la vida. Fuera lo que fuese lo que le impulsó a iniciar su andadura, sucedió sólo una vez, y éste es el hecho más extraordinario de la biología y aun de todo lo que conocemos: todo lo que ha vivido tuvo su comienzo en un determinado punto de un pasado increiblemente lejano en que "cierta bolsita de sustancias químicas se abrió paso hacia la vida". Sí podemos decir que hubo para ello una serie inconcebiblemente compleja de acontecimientos, que se remontan a unos 4.400 millones de años, producidos de un modo determinado y en momentos determinados. Entre otras cosas, el haber podido contar con la grandísima fortuna de disponer de un planeta adecuado, seguramente el más propicio y menos inhóspito del Universo. Pero además, como humanos no sólo gozamos del privilegio de la existencia, sino también de la capacidad singular de apreciarla e incluso, en muchos sentidos, de mejorarla. No sabemos cuándo empezamos a hacer muchas de las cosas que hemos hecho; lo que sí sabemos es que sólo hay un planeta para seguir haciéndolas y sólo una especie capaz de cambiarlas de una forma determinada. Llegar a generar cualquier tipo de vida, sea la que sea, parece todo un triunfo de este Universo nuestro en el que existir un breve espacio de tiempo ha exigido una cadena casi interminable de golpes de suerte.

Esta es, contraída hasta el límite, la historia que Bryson ha querido contarnos. Primero la aprendió él porque se sentía ansioso de conocer un poco las cuestiones científicas que oía mencionar y quería saber si le sería posible calibrar o no el prodigio de los logros de la ciencia a un nivel no demasiado técnico o exigente pero tampoco totalmente superficial. Fue encontrando en su camino un arsenal de conceptos y de resultados que ha sabido traducir a ese entendimiento común, y también muchas cosas que no sabemos y acaso nunca sabremos. Y nos lo cuenta de tal forma que prende al lector desde el primer momento.