Image: Fernando el Católico

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Ensayo

Fernando el Católico

Luis Suárez

20 enero, 2005 01:00

Fernando el Católico

Ariel. Barcelona, 2004. 478 páginas, 24’90 euros

Tras su magistral biografía de la reina Isabel (2000), el historiador Luis Suárez, maestro de medievalistas y máximo conocedor de la España de los Reyes Católicos, nos ofrece ahora la de Fernando II de Aragón, o V de Castilla.

La razón de la misma está en su complementariedad con la anterior, pues como bien señala, aunque en determinados asuntos ambos reyes mantuvieron opiniones diferentes, existió siempre una decisión única y una línea política común, que ha permitido a los historiadores hablar de gobierno dual. El reinado conjunto, prolongado con diversas vicisitudes por Fernando tras la muerte de Isabel, resultó decisivo para la historia posterior, siendo los crea-dores de la monarquía católica española, que llegaría a su culminación con la casa de Austria.

Con un criterio cronológico, atento a las coyunturas y circunstancias de cada momento, el libro repasa la vida y la acción política del personaje, del que resalta sus múltiples virtudes, que le llevarían a ser destacado como prototipo del príncipe (Maquiavelo) o más adelante del político (Gracián): paciencia, astucia, prudencia, capacidad negociadora, habilidad política, firmeza, energía, sentido de la autoridad y la dignidad real... Todas ellas, junto a las de su esposa, dieron como resultado un reinado portentoso.
Suárez relata las difíciles circunstancias en que se desarrolló la niñez y juventud del príncipe, la importancia de su madre, Juana Enríquez, hija del almirante de Castilla. Los conflictos en que se vio envuelto su padre, Juan II, en Cataluña y en Navarra. Su matrimonio con Isabel de Castilla, que le metió de lleno en la lucha de los dos bandos enfrentados por la sucesión de Enrique IV. Los problemas posteriores tras la proclamación de Isabel como reina, la sentencia arbitral -mal llamada concordia- de Segovia, la guerra civil y la construcción de la monarquía tras la victoria contra el bando castellano-portugués de Juana, la llamada "Beltraneja". En ningún momento olvida los problemas de la corona de Aragón, y en particular los condados catalanes al norte de los Pirineos, cuya recuperación de manos francesas será un objetivo prioritario de Fernando, rey de Aragón desde 1479, lo mismo que la preocupación por la seguridad en la frontera de Navarra, que acabaría incorporando a la corona de Castilla en 1512.

La obra muestra un conocimiento profundo de los problemas aragoneses, la inestabilidad de Nápoles y la política internacional, en la etapa decisiva en que, con las guerras de Italia, se inició la larga pugna hispano-francesa por la hegemonía europea. Sobrino de Alfonso el Magnánimo, Fernando reivindicaba sus derechos al trono napolitano, que acabaría conquistando en 1503, gracias a las tropas, fundamentalmente castellanas, mandadas por el Gran Capitán.

Si la política internacional fue uno de los campos predilectos del rey, también lo fueron las medidas de carácter religioso, las más discutidas sin duda del reinado conjunto. En la creación de la Inquisición, el protagonismo principal le correspondió a él, mientras Isabel dudaba, influida por el cardenal Mendoza y su confesor fray Hernando de Talavera. Dejando a un lado factores de índole religiosa, el tribunal ofrecía la gran ventaja política de que permitía actuar de forma centralizada, por encima de las fronteras existentes entre los reinos. Y ese era un instrumento que Fernando no podía dejar escapar, oponiéndose a los intentos de los papas por controlarlo. También tuvo una intervención más decidida que la reina en la expulsión de los judíos, aunque ella respaldó en todo momento ambas disposiciones.

La última parte del libro está dedicada, lógicamente, a los años de gobierno posteriores a la muerte de Isabel (1504), las difíciles circunstancias en Castilla y los problemas con su yerno Felipe, la victoria de éste y la marcha de Fernando hacia sus tierras, el segundo tratado de Blois (1505) -que cortocircuitaba el primero firmado por Felipe- y suponía el acercamiento del rey a Francia y su matrimonio con Germana de Foix, el viaje a Nápoles y sus difíciles relaciones con el Gran Capitán, la muerte inesperada de Felipe, el regreso a Castilla, su segunda regencia... En fin, los años finales de la interesante vida del rey Fernando el Católico, en los que consolidó su formidable obra política y se produjo una importante expansión de la monarquía por el norte de áfrica, que trataba de completar su dominio sobre el Mediterráneo aragonés.