Image: Buscando el cero.  La revolución moderna en la literatura y el arte

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Ensayo

Buscando el cero. La revolución moderna en la literatura y el arte

Álvaro Delgado Gal

3 marzo, 2005 01:00

Álvaro Delgado Gal. Foto: Mercedes Rodríguez

Taurus. Madrid, 2005. 288 páginas, 19’50 euros

Ya desde el título este nuevo ensayo de Delgado Gal nos remite a una primera dedicación de su autor a la matemática o a la lógica formal que, de manera clara, define su manera de articular todo su discurso sobre diferentes manifestaciones artísticas (de la literatura a las artes plásticas) y diferentes épocas historicas (de Rubens a Matisse, de Twain a Hemingway) intentando desentrañar la mecánica que subyace a los cambios de estilo.

Parte el autor de un postulado, que el ojo es una máquina de razonar, defendido ya en su libro anterior La esencia del arte. Desde esta filosofía de la visión se enfrenta así en media docena de capítulos, cada uno ensayo en sí mismo, a conceptos como la metáfora, los tópicos literarios o visuales, las parábolas o los cambios, inflexiones o reducciones de estilo en el arte y la literatura de comienzos del siglo XX. Delgado Gal huye de la confusión de los que manejan jerga y huye de los grupos.

Excelentes son su análisis de Sorolla, anclándole en el pasado, o el de los surrealistas como pésimos lectores de Freud y de cómo les juega una pasada el inconsciente cristiano de su educación. En este país de corralas (grupos de artistas, de galeristas, de críticos, etc.) y zarzuelas (peleas de patio mediáticas, aquí no hay quien viva) cualquier voz libre, o simplemente crítica con algunas ideas, suele ser silenciada o amordazada. La buena crítica de Delgado Gal descubre el hueco abierto por el tiempo (es decir, lo que hace que la obra se escape de su tiempo), las genealogías ocultas (de dónde vienen estas imágenes, su contexto nativo) y sobre todo el diálogo circular de otras obras entre sí.

El comparatismo (ese diálogo entre artes) de Delgado Gal exige el esfuerzo de ver la historia con una óptica global, a comprender la polifonía de las manifestaciones artísticas humanas. No trata Delgado Gal sólo de sintetizar "mundos", paideias, sino de superar los conceptos y esquemas escolares "académicos". No hay que compartir todas sus ideas, o mejor dicho sus valoraciones. La consistencia de las ideas es firme, pero no siempre sus derivadas, especialmente las de la plástica. Pongo dos ejemplos, cuando señala que "no queda más remedio que contemplar a Matisse de atrás adelante", pienso que la flecha de análisis va al revés, pues, como decía Federico Zeri, toda la historia del arte es siempre historia de (o desde) el arte contemporáneo. Es Matisse quien nos enseña a bucear en la obra de Rubens, y no al revés.

También cuando señala el aspecto renovador del conocimiento de la naturaleza frente al simplemente destructor de la vanguardia artística parte de una comparación imposible: "en ciencia, se destruyen unas formas de decir en beneficio de otras formas sistemáticas de decir. En arte y literatura modernos, la destrucción de los contextos recibidos no va siempre acompañada de un esfuerzo paralelo de índole constructiva". Ciertamente las ciencias de la naturaleza van descubriendo nuevas verdades que anulan las posiciones anteriores, pero en los conocimientos del hombre (los culturales) no hay desarrollo sostenible sino simplemente nuevos horizontes. Picasso no anula a Goya, ni Borges envía a Cervantes a la itv.

Pienso que el origen de este ensayo de Delgado Gal se sitúa ante la aporía del aparente dominio del arte de vanguardia, sea la que sea, o en este momento la llamada conceptual en las artes plásticas. La visión de Delgado Gal está fuera de estrategias y más cerca de un análisis de ética (o en la ética de la filosofía del lenguaje) de los fenómenos artísticos. Escribe en la estela de Stephan Zweig, Merleau Ponty o José ángel Valente. En contra del pesimismo del austriaco Delgado Gal no cree en la crisis del valor de la palabra y con este libro afirma que aún tiene sentido ser escritor y ser humanista.

En cualquier caso dentro del páramo actual de la crítica artística es una voz clara y constituyente, que subraya y entona un canto coral coherente y ameno, lejos del enunciado de ecuménica extravagancia que el propio autor le adjudica a su libro. La trayectoria de los libros o de las imágenes surca su propio destino y como decía Julio Cortázar con un negroni en la mano "un escritor de verdad es aquel que tiende el arco a fondo mientras escribe, después lo cuelga de un clavo y se va a tomar vino con los amigos. La flecha ya anda por el aire y se clavará o no se clavará en el blanco". Inteligencia, sentido y verdad, que pedía Spinoza a todas las acciones humanas, se encuentran en este libro.