Ensayo

Memorias del Mato Grosso

Mónica Sánchez Lázaro

3 marzo, 2005 01:00

Premio Grandes Viajeros. Ed. B. 256 págs, 16’50 e.

Tras leer el primer Premio Grandes Viajeros que ha obtenido Mónica Sánchez Lázaro (Cáceres, 1977), periodista, confirmamos que el libro de viajes entendido como simple entrenamiento goza de buena salud. Ya lo dije en Viaje por las ramas: la culpa no es del escritor, es del género. Cierta prensa cultural ha llamado a nuestra autora "viajera comprometida". Pero irse al umbral de la Amazonia a una misión y citar a Leonardo Boff no es suficiente. Ni siquiera dar testimonio de ese "pan de cada día" que es el acoso de la policía militar y los pistoleros de los "fazendeiros" (latifundistas) a los campesinos. Hay que elogiar el esfuerzo empeñado en esta obra, y celebrar que se estrene con suerte una pluma con cualidades. En verdad es mejor contar la experiencia de un viaje, entre el diario y el reportaje periodístico, que intentar emular a Lowry y acudir bajo tu volcán a acometer una novela.

La autora se fue en 2003 a trabajar a la prelatura del misionero claretiano P. Casaldáliga en el proyecto de digitalización del archivo que guarda la memoria de la región. Interesan muchas de las observaciones de rango antropológico, como la suerte de los indios tapirapé, que se salvaron de la extinción a costa de degradar su idioma. Molestan ciertos tics de inmadurez, o de visión tópica. Alaba a muchos religiosos por un "sentido del humor del que carecen la mayoría de esos representantes de la más rancia moralidad que encarnan en la imaginación popular los curas y las monjas del país de la Inquisición y la Contrarreforma". Una declaración tan dudosa como su sintaxis, que a menudo peca de dilatada o torpe: "todos tienen ese aire de a quienes el clima no sienta demasiado bien". El brillo de su escritura en las descripciones cae a veces en la metáfora fallida: en Brasilia, "las nubes amasan sus proezas". Nos queda la sensación de que Sánchez fue a Mato Grosso a descubrir la Bossanova y a escribir un libro.