Image: La pantalla profética

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Ensayo

La pantalla profética

Pablo Francescutti

10 marzo, 2005 01:00

Pablo Francescutti. Foto: Archivo

Cátedra. Madrid, 2004. 336 páginas, 12’70 euros

Me adelanto a decir que la ciencia ficción dista mucho de ser el género de mis preferencias; pongamos que no he pasado de Julio Verne. él sí cultivó una literatura sor-prendentemente predictiva, muchas de cuyas ficciones se convirtieron en realidad, tal como reza el subtítulo de este libro.

Por eso pensé que en él sólo encontraría una colección de aquel tipo de relatos que, traspasados al celuloide, hubieran anticipado posteriores invenciones o sucesos. La cosa es, sin embargo, mucho más ambiciosa: abarca cuantas interrelaciones ligan al cine con la realidad, "hasta qué punto el cine modela la fisonomía de la sociedad y, a la inversa, de qué manera la suya se ve influida por ésta".

El punto de partida de estas pesquisas lo sitúa el autor en la psicosis colectiva producida en Estados Unidos en 1938 por la emisión de aquella imaginada invasión marciana con la que Orson Welles inició su ascenso. Esa influencia de las narrativas audiovisuales en la configuración de la realidad social se repite en 1977 con la película El síndrome de China que provoca una alarma, mediáticamente sobredimensionada, en contra de la energía atómica. Tales pánicos pueden explicarse por haber encontrado a la imaginación colectiva abonada desde la ciencia ficción con los escenarios más fantásticos. Es un temor que, al revés que en el género gótico, en el cual el mal reside en el pasado, ahora se materializa en un futuro que se precipita sobre nosotros.

Pero son varios más los subgéneros que Francescutti analiza, clasificando meticulosamente esta larga nómina de películas, desde las más importantes a las de menor valía. Un capítulo significativo es el dedicado al fenómeno ovni: las películas de extraterrestres se corresponden con la mitología que se teje alrededor de testigos que afirman haber visto platillos volantes. Curiosamente ese movimiento ha desaparecido, tal vez porque las exploraciones espaciales y el desembarco en la Luna han despojado de misterio a un cielo en el que nada tienen que hacer los ovnis.

La rivalidad por la posesión de la bomba atómica abre otro capítulo en el que la simulación de ataques tramados por guionistas militares harían que la realidad imitase a la ficción. Esas obras tonificaron la moral patriótica estadounidense, pero también la campaña de científicos pacifistas tuvo su correlato en las películas sobre el holocausto nuclear. Y con mayor fuerza todavía: en Murder in the Air un personaje logró conservar cierto invento que paralizaba los aviones enemigos; más de 40 años después el actor que lo interpretaba, Reagan, ya Presidente, propone un escudo antimisiles que consagra a la ciencia ficción como modelo de la política oficial. Su propósito es la defensa estratégica, no la guerra, como el Jedi de La guerra de las Galaxias. "Difícilmente encontraremos un momento de la historia en donde la influencia del género se haga sentir con mayor peso".

Son sólo algunas de las anotaciones que la lectura de este libro sugiere. Ya he dicho que la ciencia ficción no es mi lectura favorita y no lo es su cine. Pues bien, después de leer este libro que desmenuza estas películas, las interpreta y relaciona con el pensamiento de la sociedad en que se hicieron, casi le entran a uno ganas de verlas todas.